Jason Statham ha construido su carrera sobre una certeza: si hay que repartir golpes, debe hacerse con estilo. El actor británico se ha ganado un lugar entre los nombres más reconocibles del cine de acción, y aunque pocas veces, a lo largo de su carrera, su nombre se ha asociado con fracasos de taquilla, hay una película que el propio Statham preferiría borrar de su filmografía: El transportador 3 (2008). Y la razón, según él mismo confesó, tiene nombre y apellido: Natalya Rudakova.
La historia detrás de este desencuentro parece sacada de un guion improbable. Rudakova no era actriz, sino peluquera en Nueva York, hasta que el director y productor francés Luc Besson la descubrió por casualidad. Impresionado por su presencia, Besson decidió pagarle clases de actuación y darle su primera gran oportunidad en la tercera entrega de El transportador, donde debía compartir pantalla con Statham. El experimento, sin embargo, no salió como se esperaba.
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Durante la promoción de The Mechanic (2011), Statham dejó entrever su descontento de forma poco sutil. En una entrevista, afirmó que le resultó un alivio trabajar “con un actor de verdad y no con una peluquera de mala muerte”, en referencia directa a su compañera de reparto en El transportador 3. La frase, dura y sarcástica, bastó para dejar claro que la experiencia no fue precisamente buena.
Desde entonces, las trayectorias de ambos actores tomaron caminos opuestos. Statham siguió consolidándose en franquicias como The Expendables, Fast & Furious y Meg, mientras que Rudakova apenas apareció en un puñado de producciones menores antes de desaparecer casi por completo del radar cinematográfico. Su último largometraje, Roads to Olympia, se estrenó en 2019 sin mayor repercusión.
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Paradójicamente, El transportador 3 fue la entrega más taquillera de la saga, con una recaudación mundial de 112 millones de dólares, aunque también la más costosa, con un presupuesto de 40 millones. Pese a su éxito comercial, Statham la ha evitado sistemáticamente cuando habla de sus películas favoritas, mencionando en cambio las dos primeras entregas como lo mejor de su carrera.
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Aunque el actor asegura que su salida de la franquicia se debió a una oferta económica “indignante”, muchos fans creen que su experiencia con Rudakova influyó en la decisión. Lo cierto es que nunca volvió a ponerse al volante del icónico Audi plateado, y su relación con Besson tampoco volvió a ser la misma.
Al final, El transportador 3 se convirtió en una lección de industria: incluso un héroe de acción necesita química para brillar. Y Jason Statham, que rara vez mide sus palabras, dejó claro que algunas experiencias en el set se recuerdan más por lo incómodas que por lo memorables.