El clásico de acción y conspiración de Natalie Portman que marcó a toda una generación cumple 20 años
Santiago Díaz Benavides
Desde 'Forrest Gump' hasta 'Interestelar', pasando por 'Guerra Mundial Z' y 'Naruto', puedo pasar horas hablando sobre mis producciones favoritas. Si me preguntas qué es lo que más me gusta del cine te diré que es mucho mejor que la vida.

La película que se convirtió en un ícono cultural regresa a la conversación. Dos décadas después de su estreno, su mensaje resulta más vigente que nunca.

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En 2005, V de Venganza llegó a los cines como una adaptación arriesgada de la novela gráfica de Alan Moore y David Lloyd. Dirigida por James McTeigue y producida por las hermanas Wachowski, responsables de la saga Matrix, la película presentó a un público masivo una historia de acción, conspiración y resistencia política que trascendió las pantallas. Hoy, en 2025, se cumplen 20 años de su estreno y la vigencia de su relato no solo sorprende: también inquieta.

Ambientada en un Reino Unido gobernado por un régimen totalitario, la cinta sigue a V (Hugo Weaving), un misterioso enmascarado que inicia una lucha contra la opresión estatal. Su encuentro con Evey Hammond, interpretada por Natalie Portman en uno de los papeles más importantes de su carrera, marca un punto de inflexión en la narrativa: la transformación de una mujer común en alguien dispuesto a enfrentarse al miedo y recuperar la libertad.

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En su momento, V de Venganza recibió críticas divididas. Los puristas del cómic lamentaron la distancia con el material original, mientras que otros celebraron la audacia con la que el filme abordaba temas de censura, manipulación mediática y autoritarismo. Con el tiempo, sin embargo, la película se consolidó como un clásico de culto. Y lo hizo gracias a un elemento que rara vez envejece: la fuerza de las ideas.

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La famosa frase de V —“Debajo de esta máscara hay más que carne. Hay una idea. Y las ideas son a prueba de balas”— se convirtió en un mantra cultural. Su eco trascendió la pantalla y encontró un lugar en las calles. El símbolo más evidente es la máscara de Guy Fawkes, que tras la película fue adoptada por movimientos de protesta globales, desde Anonymous hasta las marchas contra la desigualdad y la corrupción en distintos países. Hoy, dos décadas después, esa misma imagen sigue encabezando manifestaciones, demostrando que el cine también puede modelar la política simbólica de una generación.

Más allá de su impacto visual, la cinta es un ejercicio de reflexión sobre las tensiones de la vida contemporánea. ¿Dónde termina la obediencia y empieza la resistencia? ¿Es legítima la violencia cuando el sistema cancela cualquier otra forma de oposición? Estas preguntas recorren la historia de V y Evey, y resuenan con fuerza en un presente marcado por el avance de discursos autoritarios, la vigilancia digital y las noticias falsas que moldean la opinión pública.

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Revisitar V de Venganza en 2025 no es un simple viaje nostálgico al pasado. Es, más bien, un recordatorio incómodo de lo poco que hemos cambiado en veinte años y de los riesgos que todavía acechan a las democracias. Natalie Portman, con su interpretación intensa y transformadora, encarna a una generación que aprendió a cuestionar lo establecido, mientras que Hugo Weaving, oculto tras la máscara, nos recuerda que las ideas pueden sobrevivir incluso a la muerte de quienes las portan.

Veinte años después, el clásico de acción y conspiración sigue marcando a quienes lo descubren por primera vez y a quienes lo vuelven a ver con nuevos ojos. Porque si algo demuestra V de Venganza, es que el cine no solo entretiene: también advierte, inspira y convoca. Y en un mundo donde la libertad nunca está garantizada, pocas películas resultan tan necesarias de volver a mirar como esta.

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