Arnold Schwarzenegger ha sido una figura central en la franquicia de 'Terminator'. Desde su debut en 1984, el papel del cyborg lo catapultó al estrellato internacional, consolidándose aún más con 'Terminator 2: El juicio final' en 1991, considerada por críticos y fanáticos como la obra maestra de la saga. Sin embargo, no todas las entregas tuvieron el mismo éxito, y una de ellas destaca, según el propio Schwarzenegger, como un rotundo fracaso: 'Terminator: Salvation' (2009).
Dirigida por McG y protagonizada por Christian Bale como John Connor, la película intentó expandir el universo de 'Terminator' al centrarse en la lucha humana contra las máquinas en un escenario postapocalíptico. Pese a contar con un elenco de alto perfil que incluía a Sam Worthington, Bryce Dallas Howard y Helena Bonham Carter, el filme no logró conectar con el público ni con la crítica. Con un presupuesto descomunal de 200 millones de dólares, apenas recuperó su inversión y fue destrozada en reseñas que la calificaron como una producción "calculada y carente de carisma".
Schwarzenegger, quien se había alejado de la actuación para concentrarse en su carrera política, rechazó participar en esta entrega. Años después, durante una entrevista con Good Morning, America, el actor no se contuvo al expresar su opinión: “Gracias a Dios no estuve ahí, porque fue una mierda”. Su decisión de no involucrarse parece haber sido acertada, ya que el filme es considerado el punto más bajo de la franquicia.
Aunque 'Terminator: Salvation' intentó innovar al prescindir del icónico T-800 como protagonista, su ausencia fue uno de los factores clave en su pobre recepción. La falta del carisma de Schwarzenegger dejó un vacío difícil de llenar, demostrando que su presencia era más que un simple detalle: era el corazón de la saga.
A pesar de este tropiezo, Schwarzenegger volvió al personaje en 2019 con Terminator: Destino oculto, buscando redimir las expectativas de los seguidores. Aunque no alcanzó el nivel de los clásicos, muchos fans consideraron que recuperó algo del espíritu que había perdido la franquicia. Así, queda claro que el legado del T-800 está inseparablemente ligado al carisma del hombre que lo interpretó.