El desierto de la Tatacoa, en el departamento colombiano de Huila, se ha convertido en escenario para la paleontología, gracias a un hallazgo reciente que ha capturado la atención de científicos de todo el mundo. Un fósil de un ave gigantesca y carnívora, conocida como "el ave del terror" o Phorusrhacidae, fue descubierto en esta zona y sugiere que estas imponentes aves también habitaron el trópico, un ambiente que inicialmente se creía hostil para su especie.
La pieza clave de este descubrimiento es el fósil MT-0200, un fragmento del tibiotarso, un hueso equivalente a la tibia humana, hallado por el paleontólogo empírico César Perdomo hace casi dos décadas en una colección privada del museo "La Tormenta". A pesar de haber pasado inadvertido durante años, el hueso llamó la atención de investigadores liderados por el argentino Federico Degrange y otros científicos, quienes confirmaron que pertenece a una especie de forusrácido que podría haber alcanzado hasta dos metros y medio de altura, lo que lo convierte en uno de los ejemplares más grandes conocidos hasta la fecha.
Nathaly Triana/CNN
Estas aves, que dominaron Sudamérica tras la extinción de los dinosaurios, son conocidas por su voracidad y por sus adaptaciones únicas que les permitían cazar de manera eficiente. Dotadas de una estructura esbelta y patas largas, eran capaces de correr a gran velocidad para capturar a sus presas. Además, su cráneo y su pico eran lo suficientemente fuertes como para usarlos como una especie de "guillotina", facilitando la captura y el desmembramiento de animales más pequeños. Se trataba de "máquinas de depredación", según describió Andrés Link, biólogo colombiano.
Curiosamente, el fósil presenta marcas de dientes que sugieren una posible interacción entre esta ave y otros depredadores de gran tamaño, posiblemente un Purussaurus, un caimán gigante también extinto. Esta interacción no solo añade un elemento de interés al hallazgo, sino que también permite a los científicos imaginar cómo era la cadena trófica de aquel ecosistema en el Mioceno Medio.
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Este descubrimiento en Colombia es particularmente relevante porque hasta ahora se creía que los forusrácidos no habitaban zonas tropicales. La riqueza de La Venta y el desierto de la Tatacoa en fósiles, que incluyen desde reptiles hasta aves de gran tamaño, ha permitido consolidar la zona como uno de los yacimientos paleontológicos más importantes de Sudamérica. Recientemente, la Unión Internacional de Ciencias Geológicas declaró a La Venta como patrimonio geológico mundial, destacando así su valor para la ciencia y la historia.
Con investigaciones como esta, el desierto de la Tatacoa sigue ofreciendo respuestas sobre la biodiversidad y el cambio climático del pasado, y demuestra cómo la colaboración entre científicos y la comunidad local es fundamental para preservar y divulgar el patrimonio natural y paleontológico de la región.