'El embajador de la India', la historia real del falso embajador que engañó a todos en Neiva, disponible gratis en RTVC Play
Julieth Castaño
Julieth Castaño
-Redactora
Soy un mix entre Merlina Addams y Harley Quinn. Vivo en el número 7 de calle Melancolía. Quería ser actriz de cine, pero terminé escribiendo de cine

Un bochornoso episodio tuvo lugar en la Neiva de 1962, cuando un huilense fingió ser un embajador de la India y el chisme se regó por todas partes, no hubo quien creyera lo contrario.

El embajador de la India, película.

"Señores voy ha contarles lo que en Neiva sucedió, señores voy ha contarles lo que en Neiva sucedió, que ha llegado de la India un supuesto embajador", así es como empieza la famosa canción de Jorge Villamil que congeló en el tiempo y para siempre la historia real de un falso embajador de la India que engañó a todos a su paso en Neiva. Sobre este particular hecho de la historia colombiana se hizo hasta una película: 'El embajador de la India', estrenada en 1986.

¿Pero qué fue lo que pasó en realidad? ¿cómo es que alguien se hizo pasar por embajador y todo el mundo le creyó? Pues bien, en el año 2020 el periodista cultural, Vicente Silva Vargas, contó para Señal Colombia el origen de estos pintorescos hechos que tuvieron lugar en diciembre de 1962.

"Rumbo a Neiva en el autoferro de entonces iba un hombre que inicia conversación con un pasajero y entre charla y charla va creciendo la amistad. Este señor parece que le insinúa que era un diplomático, que era un embajador, pero que iba de incógnito. Que se había varado en El Espinal con su carro, pero necesitaba ir a San Agustín. El señor como que se entusiasma con el personaje, promete guardar silencio, pero tan pronto el autoferro llega a Neiva se para en el estribo del tren, porque la gente salía a recibir a los viajeros y a voz en cuello grita: Señores, les presento al embajador de la India, pero no digan nada porque viene de incógnito".

En un país como Colombia aquello de guardar secretos y no correr el chisme es una cosa que difícilmente pasa. Por supuesto, el rumor llegó a los oídos de todo el mundo, incluidos el alcalde y el gobernador. Comienza entonces el show. De acuerdo con el periodista, al hombre lo atendieron de las mejores formas, incluso, fue hospedado en un prestigioso hotel: El Hotel Plaza. Allí recibió la visita de diferentes personalidades como la del gobernador y, al parecer, no hubo una sola alma que pusiera en duda su procedencia y rol.

"Cuando llegan a su habitación estaba practicando yoga o lo que él creía que era yoga. Se había puesto unas sábanas del hotel como turbante... entonces le creen", también contó Silva Vargas. Qué le habrían dado al supuesto embajador, prácticamente todo como que se lo pusieron a sus pies: le dieron reconocimientos, le hicieron fiestas, viajes, en fin. Pero, todo tarde o temprano sale a la luz, primero cae un mentiroso que un cojo, entre cielo y tierra no hay nada oculto y todos los refranes por este estilo, mejor dicho, al protagonista de esta historia se le cayó el teatrico por cuenta de un hombre que lo reconoció.

"Lo delata porque la alta sociedad acapara al embaador y hace a un lado a la gente que no hacía parte ni del club social, ni de los medios gubernamentales. Esa gente queda resentida... y uno de esos resentidos era un compañero del seminario de Garzón (Huila) que lo ve, lo identifica y (dice): Ese tipo del turbante no es ningún embajador de la India, se llama Jaime Torres Holguín y es sobrino del padre Torres". Fin del espectáculo.

En vista de los sucedido y, seguramente lo bochornoso de la situación, se mandaron a destruir las grabaciones con Holguín (que por cierto, era de origen huilense) y también desaparecieron las fotografías. El supuesto embajador nunca fue encarcelado y murió mucho tiempo después en Estados Unidos, país en el que residía.

Por otro lado, el abogado y exalcalde de Neiva —Guillermo Plazas Alcid— vivió en carne propia la historia y recientemente la recordó para El Tiempo. El también periodista describió a Torres como: "Torres tenía 28 años y llevaba cuatro y medio en la diócesis de Garzón. Era culto, tocaba el violín, manejaba varios idiomas. Estaba de vacaciones y llegó a Neiva, donde la misma gente le dio pie para el engaño”.

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