La increíble odisea en el Amazonas: los secretos del rodaje de 'El abrazo de la serpiente'
Santiago Díaz Benavides
Desde 'Forrest Gump' hasta 'Interestelar', pasando por 'Guerra Mundial Z' y 'Naruto', puedo pasar horas hablando sobre mis producciones favoritas. Si me preguntas qué es lo que más me gusta del cine te diré que es mucho mejor que la vida.

Lo que empezó como una expedición cinematográfica terminó convirtiéndose en una de las aventuras más exigentes del cine colombiano.

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Rodar El abrazo de la serpiente fue una verdadera prueba de resistencia. Ciro Guerra, su director, decidió filmar la película en el corazón del Amazonas colombiano, sin dobles, sin pantallas verdes y sin la comodidad de los grandes estudios. “Queríamos que la selva hablara por sí misma”, explicó en una entrevista con El País. Lo que siguió fue una odisea cinematográfica que llevó al equipo técnico y artístico a internarse durante más de seis semanas en territorios del Vaupés y el Guainía, en condiciones tan hostiles como sobrecogedoras.

El traslado del equipo implicó cargar más de ocho toneladas de material por río y tierra. Canoas, lanchas, camiones y aviones DC-3 transportaron cámaras, generadores, luces y alimentos hasta lugares a los que nunca había llegado una producción de esa magnitud. Según relató Señal Colombia, cada jornada de rodaje debía ajustarse al ritmo de la selva: la lluvia, la humedad y la luz natural dictaban los horarios de filmación. En una ocasión, una tormenta arrasó con parte del set y el equipo tuvo que detenerse dos días para reconstruirlo.

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Pero no todo fue adversidad. Para Guerra, la presencia de las comunidades indígenas fue la clave que le dio autenticidad al proyecto. En colaboración con pueblos cubeos, tikunas y huitotos, el equipo aprendió fragmentos de sus lenguas y adaptó la historia para que sus tradiciones fueran representadas con respeto. Los actores no profesionales que interpretaron a Karamakate joven y a los otros sabios amazónicos participaron también en la revisión de los diálogos y los rituales. Como dijo el director en Cineaste, “la selva no se puede fingir, ni se puede filmar sin pedirle permiso”.

El trabajo técnico fue igual de desafiante. La película se rodó completamente en blanco y negro, con cámaras digitales modificadas para resistir la humedad extrema. El director de fotografía David Gallego diseñó un sistema de protección artesanal con bolsas de plástico y cinta aislante para cada lente. Por su parte, el diseñador sonoro Carlos García registró durante días los sonidos de la selva y los mezcló con grabaciones analógicas de archivo para crear una atmósfera que envolviera al espectador.

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La producción, respaldada por Caracol Televisión, Ciudad Lunar y el programa Ibermedia, duró casi dos años desde su preparación hasta el montaje final. El esfuerzo rindió frutos: El abrazo de la serpiente se convirtió en la primera película colombiana nominada al Óscar a Mejor Película en Lengua Extranjera en 2016, además de obtener el premio Art Cinema en Cannes y ser reconocida por su fotografía en festivales de todo el mundo.

Años después, Ciro Guerra ha reconocido que la experiencia lo transformó: “No hicimos una película sobre el Amazonas, hicimos una película con el Amazonas”. Y quizás ahí radica su fuerza: en haber entendido que la selva, más que un escenario, fue el personaje principal. En cada plano de la cinta late la sensación de que el cine colombiano, por primera vez, había llegado al fin del mundo… y había regresado con un abrazo eterno.

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