Durante los años setenta y principios de los ochenta, su nombre era sinónimo de éxito en taquilla. Su estilo carismático y rebelde lo convirtió en uno de los actores más influyentes de su generación. Sin embargo, en un giro inesperado, estuvo a punto de asumir un papel que, décadas después, cambiaría la historia del cine de acción.
Burt Reynolds vivió su apogeo con películas como Amarga pesadilla (Deliverance), Los caraduras (Smokey and the Bandit) y El rompehuesos (The Longest Yard). Dueño de un encanto desenfadado, interpretaba como pocos a esos forajidos ingeniosos que se enfrentaban al poder establecido. Su imagen estaba tan arraigada en este tipo de personajes que, con el tiempo, el actor comenzó a buscar nuevas facetas en su carrera.
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Intentó reinventarse en la comedia musical, el cine policiaco y hasta en la dirección, pero los resultados fueron desiguales. La moda de las cintas de acción sureña, que tanto lo habían catapultado, se extinguió a inicios de los ochenta, y Reynolds se encontró en una encrucijada profesional.
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El papel que rechazó
En ese contexto apareció la oportunidad de protagonizar la adaptación cinematográfica de La identidad Bourne, la exitosa novela de espionaje de Robert Ludlum. El proyecto lo vinculaba con el prestigioso director británico Jack Clayton, un cineasta meticuloso y exigente, famoso por clásicos como Room at the Top y El gran Gatsby.
La oferta parecía una tabla de salvación para Reynolds, quien atravesaba una racha de películas mediocres. Sin embargo, decidió rechazarla. El motivo nunca fue del todo claro, pero la combinación de un director perfeccionista y un actor con fama de temperamental auguraba un rodaje complicado.
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Con el tiempo, esa elección resultó definitiva: Reynolds continuó cuesta abajo en taquilla, mientras la franquicia Bourne —ya en manos de Universal y encabezada por Matt Damon— se convirtió en un fenómeno global con títulos como La supremacía Bourne y El ultimátum Bourne.
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El destino de dos carreras
Aunque Reynolds tuvo un resurgir en 1997 con su aclamada interpretación en Boogie Nights, jamás volvió a alcanzar el impacto popular de su época dorada. Damon, en cambio, consolidó su figura gracias a Bourne, un personaje que redefinió el cine de espías y lo lanzó al estrellato definitivo.
Hoy, la anécdota de que Burt Reynolds pudo haber sido el primer Jason Bourne es un recordatorio de cómo una decisión puede cambiar el rumbo de la historia de Hollywood. Una leyenda rechazó el papel y otra estrella emergió para quedarse.