Esta película de terror de bajo presupuesto logró recaudar 159 millones de dólares y creó una franquicia icónica
Santiago Díaz Benavides
Casi nadie conoce mi primer nombre, pero todos saben que tengo un homónimo español que escribe thriller. Me obsesionan las películas sobre el fin del mundo y tengo una particular debilidad por el cine de M. Night Shyamalan.

Con pocos recursos, un par de cámaras y un guion que parecía improvisado, una cinta independiente cambió para siempre la forma de asustar en el cine.

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En 2007, el panorama del cine de terror parecía dominado por las secuelas de grandes franquicias y los excesos del llamado torture porn. Sin embargo, una pequeña producción independiente irrumpió con fuerza y cambió la conversación: Actividad Paranormal, dirigida por Oren Peli. Rodada en la casa del propio cineasta, con un presupuesto que apenas alcanzó los 15 mil dólares, la película se convirtió en un inesperado éxito de taquilla al recaudar más de 159 millones de dólares a nivel mundial. El secreto no estaba en elaborados efectos especiales ni en maquillajes sangrientos, sino en una propuesta que devolvía el miedo a lo esencial: la sugestión.

La historia seguía a una joven pareja, Katie y Micah, que deciden instalar cámaras en su hogar para registrar los fenómenos extraños que los acechan durante la noche. Lo que parecía un simple experimento casero se transformó en una pesadilla creciente, con sucesos cada vez más inquietantes captados por lentes estáticos y grabaciones en penumbras. La estética del found footage, ya explorada con películas como El proyecto de la bruja de Blair, encontró aquí un terreno fértil para volver a perturbar al espectador desde lo cotidiano.

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El estreno de Actividad Paranormal no fue inmediato ni sencillo. La película pasó por festivales y estuvo a punto de ser relegada a un estreno limitado en DVD. Sin embargo, Paramount Pictures vio potencial en el material y apostó por una estrategia de marketing novedosa: las funciones de prueba generaban tal impacto en el público que las solicitudes para proyectarla en más ciudades se volvieron parte de la campaña publicitaria. El boca a boca hizo el resto. En poco tiempo, el filme pasó de ser un proyecto experimental a un fenómeno cultural.

El éxito inevitablemente dio paso a la expansión de la historia. La secuela de 2010 continuó explorando la maldición demoníaca que perseguía a la familia de Katie, y pronto la saga se ramificó en precuelas, spin-offs y nuevas líneas narrativas que conformaron un universo propio. Entre 2010 y 2015, la franquicia lanzó cinco películas más, todas con buenos resultados económicos. En 2021, la saga regresó con Next of Kin, esta vez en Paramount+, mostrando que el interés por el universo aún persistía.

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Más allá de la taquilla, lo que Actividad Paranormal consolidó fue un nuevo camino para el terror contemporáneo: la idea de que el miedo podía residir en lo invisible, en el sonido de unos pasos en la oscuridad o en un objeto que se movía apenas unos centímetros. La franquicia demostró que, con ingenio y tensión, se podía inquietar al público sin necesidad de grandes recursos. Este modelo inspiró a decenas de películas posteriores y revalorizó el found footage como herramienta narrativa.

Hoy, casi dos décadas después de su estreno, Actividad Paranormal sigue siendo recordada no solo por su éxito desproporcionado frente a su bajo presupuesto, sino también por haber construido un legado que combina lo económico con lo creativo. Lo que comenzó como un experimento casero se convirtió en una franquicia icónica que redefinió el terror en el siglo XXI.

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