Denzel Washington ha demostrado a lo largo de más de 50 películas que su talento no tiene límites. Fiel a un estilo que combina la fuerza del cine comercial con el rigor del teatro y el drama, el actor ha compartido cuáles considera los papeles más grandes de su carrera, aquellos que no solo le brindaron reconocimiento, sino que también le permitieron crecer como intérprete y como ser humano.
Uno de los trabajos más significativos en su trayectoria es Fences (2016), película que también marcó su debut como director. Basada en la aclamada obra de August Wilson, la historia explora la vida de una familia afroamericana en los años 50, en medio de tensiones raciales y dificultades económicas. Washington no solo encarnó con sensibilidad al protagonista, sino que su interpretación le valió una nominación al Óscar a Mejor Actor. Para él, este proyecto fue una oportunidad de demostrar que detrás de la estrella de Hollywood también hay un artista profundamente comprometido con el drama humano.
IMDb
En contraste con ese tono intimista, Washington también recuerda con intensidad su experiencia en Man on Fire (2004), dirigida por Tony Scott. Allí dio vida a Creasy, un exagente de la CIA marcado por el pasado y dispuesto a arriesgarlo todo por la niña que debe proteger. Acción y emoción se entrelazaron en una de sus actuaciones más recordadas, que mostró su capacidad para dotar de alma y vulnerabilidad incluso a los héroes más violentos.
Otro papel que el propio actor ha señalado como uno de sus favoritos es el del corrupto detective Alonzo Harris en Training Day (2001). Su retrato de un policía manipulador, cínico y brutal lo hizo merecedor del Óscar a Mejor Actor. Lejos de rechazar el reto de encarnar a un villano, Washington confesó que disfrutó cada instante del rodaje, reconociendo que interpretar a un personaje tan oscuro le permitió explorar facetas desconocidas de su talento.
IMDb
Finalmente, Washington ha señalado que Roman J. Israel, Esq. (2017) también ocupa un lugar especial en su filmografía. En esta cinta, menos popular pero profundamente significativa para él, interpretó a un abogado defensor con grandes ideales, aunque socialmente torpe y aislado. Con este rol, el actor buscó retarse a sí mismo, convencido de que a sus 60 años debía aprovechar cada proyecto como si fuera el último.
Los cuatro papeles no solo reflejan la versatilidad de Denzel Washington, sino también su filosofía frente a la actuación: elegir personajes que lo reten, lo conmuevan y le permitan dejar una huella más allá de la taquilla. “Los disfruté y aprendí”, resumió el actor, consciente de que su legado no se mide solo en premios, sino en la profundidad de cada interpretación.