Si te gustó 'Delirio' en Netflix y quedaste con ganas de más, definitivamente tienes que leer este libro
Santiago Díaz Benavides
Desde 'Forrest Gump' hasta 'Interestelar', pasando por 'Guerra Mundial Z' y 'Naruto', puedo pasar horas hablando sobre mis producciones favoritas. Si me preguntas qué es lo que más me gusta del cine te diré que es mucho mejor que la vida.

La serie colombiana se ha convertido en una de las más comentadas del momento. Pero detrás de sus escenas intensas y personajes fracturados, hay una novela aún más perturbadora que no deberías dejar pasar.

Netflix

En menos de una semana, Delirio, la nueva serie colombiana de Netflix basada en la novela homónima de Laura Restrepo, ha conquistado tanto al público como a la crítica. Con una narrativa que desborda tensión emocional, actuaciones memorables y una puesta en escena tan elegante como inquietante, la producción ha demostrado que el drama psicológico, cuando está bien contado, no necesita artificios. Pero si te atraparon sus episodios fragmentados, el misterio de Agustina o los fantasmas familiares que asoman detrás de cada diálogo, hay algo que debes saber: la experiencia original en el papel es aún más absorbente.

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Publicada en 2004 y galardonada con el Premio Alfaguara de Novela, Delirio es una obra maestra que no solo cimentó la reputación de Restrepo como una de las voces más sólidas de la literatura latinoamericana, sino que también ofreció una mirada única y desgarradora sobre el delirio individual y colectivo de un país marcado por el miedo, el machismo, el clasismo y el narcotráfico. Y lo hizo desde una prosa que rompe estructuras narrativas tradicionales, imitando el estado mental de sus personajes a través de saltos temporales, voces que se solapan y una poética de la confusión perfectamente calculada.

En la serie, la actriz Estefanía Piñeres da vida a una Agustina que se debate entre la lucidez y el colapso, una mujer inteligente y atormentada cuya enfermedad mental no puede desligarse de su historia familiar y social. Juan Pablo Raba, como Aguilar, intenta comprender qué ha ocurrido con su esposa tras un episodio que la deja emocionalmente devastada. Si bien la adaptación audiovisual logra transmitir buena parte de esa atmósfera, es en el libro donde el lector entra sin filtro en la mente de Agustina, con sus asociaciones libres, recuerdos entrecortados y pensamientos obsesivos.

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Además, el personaje de Eugenia, la madre de Agustina —encarnada por Paola Turbay en la pantalla—, cobra en la novela una dimensión aún más compleja. Su devoción por las apariencias, el silencio familiar y la hipocresía social que representa son tratados con una crudeza que, por razones de formato, no pudo explorarse del todo en la adaptación. De igual forma, la figura de Midas McAlister —sí, el carismático y oscuro narcotraficante al que Agustina adora desde niña— es una representación literaria de la seducción del poder y la decadencia moral de una élite que ha pactado con el horror.

Leer Delirio después de ver la serie no solo amplía el universo de los personajes, sino que también permite comprender la densidad política, histórica y afectiva que late detrás de cada escena. Mientras la serie propone una entrada intensa y visual a este universo, la novela profundiza como bisturí, diseccionando la locura con una mirada tan íntima como política.

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Y si aún no estás convencido, piensa en esto: en un momento donde las adaptaciones suelen simplificar, Delirio hace lo contrario. Ver la serie despierta la necesidad de leer la novela. Porque hay fragmentos, gestos y silencios que solo el lenguaje literario puede revelar.

Así que si al terminar el último episodio sentiste que algo seguía vibrando —una sospecha, una imagen, una voz quebrada—, no lo ignores. La historia no ha terminado. Está esperando en las páginas de una de las novelas más potentes que ha dado la literatura colombiana contemporánea.

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