En la vasta galaxia de Star Wars, abundan los personajes que marcaron generaciones, los duelos que definieron destinos y los Jedi que, con su valentía, intentaron preservar el equilibrio. Pero entre ellos existe una figura que, pese a su impacto detrás de cámaras, apenas dejó rastro en pantalla: el maestro Cin Drallig. Su legado, sin embargo, está más vivo que nunca gracias a un solo fotograma de La venganza de los Sith. Y ocurre justo en la hora con 37 minutos y 24 segundos.
Al pausar la película en ese instante exacto, un detalle que casi todos los espectadores han pasado por alto cobra una relevancia inesperada: en un holograma observado por Yoda y Obi-Wan Kenobi dentro del Templo Jedi, se alcanza a ver a Cin Drallig en combate. Está enfrentando, junto a una de sus padawans, a un implacable Anakin Skywalker ya consumido por el Lado Oscuro. Lo que parece un simple detalle en segundo plano es, en realidad, la puerta a uno de los duelos más intensos y violentos de la saga, uno que fue eliminado del montaje final por ser demasiado oscuro incluso para el tono trágico del Episodio III.
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Pero, ¿quién era Cin Drallig? Su nombre, curiosamente, es el del coreógrafo de las peleas con sables láser, Nick Gillard, escrito al revés. Gillard entrenó a actores como Ewan McGregor y Liam Neeson, y fue el cerebro detrás de las batallas más memorables de la trilogía de precuelas. En homenaje, George Lucas decidió incluirlo como personaje: el jefe de seguridad del Templo Jedi, un espadachín formado por el mismísimo Yoda y mentor de futuros maestros como Obi-Wan y Anakin.
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Drallig era, según las enciclopedias oficiales del universo Star Wars, el mejor espadachín de su tiempo. Y sin embargo, cayó. La escena completa de su enfrentamiento con Darth Vader (Anakin), que sí llegó a plasmarse en la novelización oficial del filme y en videojuegos como Revenge of the Sith, muestra cómo el joven Sith asesina primero a la padawan de Drallig con un golpe directo a la garganta, lo que desestabiliza al maestro lo suficiente como para que también caiga. Demasiado brutal, pensó Lucas, y dejó fuera del corte final el duelo completo, reduciéndolo a ese holograma de unos pocos segundos.
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Ese instante invisible para muchos se ha convertido en un símbolo del valor perdido, de las historias que Star Wars dejó sin contar y que hoy resurgen gracias al reencuentro nostálgico de los fans con La venganza de los Sith. El reciente reestreno por el 20º aniversario de la cinta recaudó más de 50 millones de dólares en todo el mundo y volvió a posicionarla como una de las entregas más queridas de la franquicia. Superando en taquilla a varios estrenos actuales, este regreso a salas no solo reivindicó el cierre de las precuelas, sino que permitió a los espectadores mirar con nuevos ojos cada plano, cada sombra... y cada fotograma casi invisible como el de la hora 1:37:24.
Porque en ese preciso segundo no solo cae un Jedi, también se apaga una era: la de los guardianes del equilibrio que no supieron prever la oscuridad que se les venía encima. Pero en esa misma pausa, también sobrevive un homenaje silencioso al arte de la coreografía, al compromiso de Gillard y a todos los héroes que brillaron más allá del foco. Así, detener La venganza de los Sith en ese instante es más que un gesto curioso: es un acto de justicia para uno de los mejores guerreros que tuvo la galaxia… y que casi nadie recuerda.