
Con cada nuevo episodio, The Last of Us confirma por qué es una de las series más seguidas en Colombia y en todo el mundo. La segunda temporada ha conseguido no solo retomar el ritmo emocional que conquistó al público en 2023, sino también elevar la tensión al presentar nuevas figuras que alteran el equilibrio de poder en un mundo ya devastado. El episodio 3, en particular, marca un antes y un después al introducir enemigos inéditos que redefinen el escenario al que se enfrenta Ellie.
Aunque el universo de The Last of Us está plagado de infectados, la verdadera amenaza cada vez está más centrada en los humanos. Y en este episodio, dos grupos emergen como focos de peligro inminente: los Lobos (WLF) y los Serafitas, también conocidos como “los Scars”.

Por un lado, la WLF —una milicia armada y organizada— aparece con mayor presencia en este episodio. Este grupo, al que pertenece Abby, ha sido entrenado para operar bajo una estricta cadena de mando, y aunque en principio parecen ser una comunidad cohesionada, las tensiones internas y la crueldad con la que se manejan en el terreno dejan claro que no todos dentro del grupo son confiables. El nombre que empieza a tomar fuerza entre las sombras es el de Isaac Dixon, su líder, quien aún no se muestra del todo pero cuya influencia comienza a sentirse. Los soldados bajo su mando no dudan en utilizar la violencia extrema como método de control, convirtiéndose en un riesgo tanto para los protagonistas como para los civiles que intentan sobrevivir en medio del caos.

Pero la gran revelación del capítulo es la irrupción de los Serafitas, un grupo religioso radical y silencioso, cuyos miembros se comunican mediante silbidos y se adhieren a una doctrina que mezcla fe, purga y brutalidad. Los Serafitas no utilizan armas modernas ni tecnología: sus métodos son primitivos, pero letales. Se mueven en sigilo, atacan con arcos o machetes, y creen que el brote del Cordyceps fue un acto divino que vino a castigar a la humanidad. Su ideología peligrosa los lleva a ver a cualquiera fuera de su credo como un enemigo a eliminar.

El enfrentamiento entre los Serafitas y los Lobos comienza a perfilarse como una guerra inevitable, y Ellie queda atrapada entre dos fuegos que no entienden de razones ni redención. El capítulo deja pistas claras de que el conflicto humano será más complejo que cualquier horda de infectados.
Más allá de la acción y la supervivencia, lo que este episodio plantea es una reflexión incómoda: ¿quiénes son realmente los monstruos en este mundo? The Last of Us apuesta nuevamente por mostrar que, en el apocalipsis, los enemigos no siempre gruñen ni tienen hongos en el rostro. A veces, los más peligrosos son los que creen tener la razón absoluta.