"Todos son reemplazables, incluso Miyazaki": el productor de Studio Ghibli revela el lado oscuro de la cultura empresarial del estudio
Santiago Díaz Benavides
Si la vida hubiese querido otro destino para mí y me hubiese dado la opción de escoger, seguramente sería mangaka o futbolista, pero ni dibujo bien ni coordino tres pases, así que mejor me quedo escribiendo sobre libros y películas.

A pesar de su prestigio y éxitos globales, la dinámica interna de Studio Ghibli parece estar lejos de ser un cuento de hadas.

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En el imaginario colectivo, trabajar en Studio Ghibli se percibe como el sueño definitivo de cualquier animador. Con películas que han marcado generaciones enteras como 'Mi vecino Totoro' y 'El viaje de Chihiro', la compañía liderada por Hayao Miyazaki se ha convertido en un referente de excelencia artística y narrativa. Sin embargo, según el productor Hirokatsu Kihara, la cultura empresarial del estudio tiene un lado mucho más sombrío.

En una entrevista concedida en 2016, Kihara, quien participó en clásicos como 'El servicio de entregas de Kiki' y 'El castillo en el cielo', reveló que dentro del estudio “nadie es indispensable”. Incluso el propio Miyazaki, ícono del cine de animación, parece no escapar a esta mentalidad. Según Kihara, Ghibli prioriza contratar personas que sigan instrucciones en lugar de fomentar la creatividad y la innovación. Esto, asegura, ha provocado una disminución en la calidad de las producciones y una alta rotación de personal.

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Una de las principales críticas de Kihara es el peso que recae sobre los directores de las películas. A diferencia de estudios como Disney o Pixar, donde las ideas son producto de un esfuerzo colaborativo, Ghibli sigue una estricta alternancia entre los directores Hayao Miyazaki e Isao Takahata. Esto genera una sobrecarga creativa en los cineastas, quienes deben asumir toda la responsabilidad del proceso.

Kihara también insinuó la presencia de un “líder” dentro de Ghibli que mantiene un control rígido sobre la empresa. Aunque evitó mencionar nombres, muchos han interpretado sus comentarios como una referencia a Isao Takahata, quien estuvo al frente del estudio hasta su muerte en 2018. “Habla como un yakuza y gobierna como un político, afirmó Kihara, sugiriendo que esta figura, aunque temida, fue clave para el éxito financiero de la compañía.

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Además de estas dinámicas internas, Ghibli también es conocido por otras peculiaridades, como la costumbre de Miyazaki de clasificar a las personas según su tipo de sangre, una superstición común en Japón.

Estas revelaciones ponen en duda la idílica imagen que se tiene del estudio. Mientras sus películas siguen conquistando a audiencias de todo el mundo, parece que, detrás de cámaras, el ambiente de trabajo está lejos de ser tan mágico como sus historias.

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