'La sustancia': Si lo que más te dio asco fueron las escenas con sangre, entonces no entendiste la película
Santiago Díaz Benavides
Lector, melómano, miope curioso y cinéfilo. Me dicen El Profesor. Vivo en Bogotá con mi prometida, dos perros y un gato. Paso los días leyendo libros y soñándolos.

La exitosa cinta de MUBI protagonizada por Demi Moore y Margaret Qualley es mucho más que un thriller de terror: es una crítica visceral a los estándares de belleza impuestos a las mujeres.

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La cinta dirigida por Coralie Fargeat y protagonizada por Demi Moore y Margaret Qualley, ahora disponible en MUBI, es, sin lugar a dudas, una de las producciones más destacadas de 2024. Casi dos meses después de su estreno en salas de cine, la película continúa siendo tema de conversación entre críticos y espectadores. Ni el estreno de cintas como 'Gladiador 2' y 'Venom 3' ha logrado que el interés de la audiencia se vea interrumpido, lo cual habla muy bien de su impacto.

'La sustancia', calificada por algunos como una película de brillante incomodidad, es de esas historias que se quedan con el espectador hasta mucho tiempo después de haberla visto. Su exploración, cruda e intensa, de cómo las mujeres son vistas como objetos moldeables para satisfacer expectativas sociales que van desde su apariencia hasta su papel como piezas útiles en un engranaje patriarcal, es simplemente alucinante.

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A primera vista, la película parece una historia más de horror. Sin embargo, reducir 'La sustancia' a sus impactantes imágenes sería ignorar su verdadero propósito: una crítica mordaz al sistema que define y limita la feminidad. La sangre, los cuerpos desfigurados y las transformaciones físicas no son solo recursos estéticos; son metáforas de las mutilaciones emocionales y psicológicas que la sociedad impone sobre las mujeres.

Margaret Qualley y Demi Moore interpretan a una mujer atrapada en una espiral de expectativas imposibles: ser deseable, ser útil, ser perfecta. Su transformación física es una representación literal de cómo las mujeres son moldeadas, a menudo contra su voluntad, para encajar en un estándar inalcanzable.

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El uso de la "sustancia" como catalizador es brillante. Representa las imposiciones externas —desde productos de belleza hasta expectativas culturales— que prometen mejoras superficiales, pero que terminan destruyendo la esencia de quienes las consumen.

Mientras que muchos espectadores quedarán marcados por las escenas más viscerales de la película, el verdadero horror radica en lo que esas imágenes simbolizan. El guion de la cinta no deja espacio para la comodidad: cada diálogo y cada escena revelan cómo las mujeres son vistas como recipientes.

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Uno de los momentos más perturbadores es una escena cerca del final donde el rostro de Qualley se descompone físicamente frente al espejo. Aquí, Fargeat no solo critica la industria cosmética o los estándares de moda, sino toda una estructura social que valora a las mujeres más por su apariencia que por su humanidad.

'La sustancia' no es, en efecto, una película fácil de digerir, y eso es precisamente lo que la hace imprescindible. Mientras algunos espectadores terminarán el filme sintiéndose incómodos por las escenas gráficas, y ese fue mi caso hasta un punto, el verdadero propósito de la película es incomodar de otra manera: forzarnos a cuestionar nuestras propias visiones.

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En un mundo donde las narrativas sobre la belleza y la utilidad femenina parecen eternamente grabadas en piedra, 'La sustancia' ofrece una demolición simbólica de estas normas, utilizando el horror como herramienta para confrontarnos con nuestra propia hipocresía.

Si lo único que te quedó de la película fueron las imágenes de sangre y descomposición, quizás sea momento de mirarla otra vez. Ahora, no para cerrar los ojos, sino para abrirlos completamente.

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