A pesar de haber confesado solo dos asesinatos, Ed Gein, conocido como "El Carnicero de Plainfield", se convirtió en la figura central que inspiró a tres de las películas de terror más emblemáticas del cine: 'Psicosis' (1960), 'La masacre de Texas' (1974) y 'El silencio de los inocentes' (1991). Su retorcida relación con su madre y la grotesca forma en que trataba los cuerpos de sus víctimas impactaron a generaciones de cineastas y espectadores.
Gein, criado bajo el rígido control de su madre Augusta, desarrolló una obsesión enfermiza que lo llevó a violar tumbas y coleccionar partes humanas, transformando la piel de sus víctimas en muebles y prendas. Esta macabra afición fue un elemento clave que capturó la atención de directores como Alfred Hitchcock y Tobe Hooper, quienes encontraron en él la inspiración para sus icónicos asesinos. Hitchcock utilizó la figura de Gein para modelar a Norman Bates, el solitario protagonista de 'Psicosis', cuya dependencia patológica de su madre es uno de los aspectos más perturbadores de la película.
Sin embargo, fue 'La masacre de Texas' donde el verdadero horror de los actos de Gein cobró vida en pantalla. Leatherface, el brutal asesino de la cinta, utiliza una máscara hecha de piel humana, evocando las prácticas de Gein, quien guardaba artículos como un corsé fabricado con un torso humano. Años más tarde, en 'El silencio de los inocentes', el personaje de Buffalo Bill reflejó el fetichismo de la piel humana que tanto fascinaba a Gein.
A pesar de su limitada cantidad de víctimas confirmadas, la influencia de Ed Gein en el cine de terror no se mide por el número de muertes, sino por el impacto psicológico y visceral que generaron sus crímenes en la cultura popular. Su legado macabro, plasmado en la pantalla grande, continúa aterrorizando y fascinando al público, recordándonos que, a veces, la realidad puede ser más aterradora que la ficción.