'Las Margaritas', el cóctel de surrealismo y sátira de una de las grandes del cine checo: Věra Chytilová
Julieth Castaño
Julieth Castaño
-Redactora
Soy un mix entre Merlina Addams y Harley Quinn. Vivo en el número 7 de calle Melancolía. Quería ser actriz de cine, pero terminé escribiendo de cine

La película, del año 1966, nos presenta un panorama de cuestionamientos existenciales sobre la vida, el amor y lo podrido que está el mundo.

'Las Margaritas', película checa/Copyright Berlinale

Era el año 1966. Vera Chytilová, cineasta checa, presentó al mundo la que sería una de las joyas más brillantes de su filmografía: 'Las margaritas' (Sedmikrásky). Como espectadores, vamos de la mano de los dos personajes femeninos que fungen como protagonistas y fueron encarnados por Ivana Karbanová y Jitka Cerhová. En los 76 minutos de metraje nos encontramos con todo un panorama artístico y experimental que desde una narración surrealista nos plantea diferentes cuestiones sobre la existencia, la vida, la muerte, la felicidad, lo que es ser bueno o malo y el amor.

Hablar de lo que es ser surrealista o experimental en el cine no es cosa sencilla y por demás, bastante debatible. Sin embargo, para tratar de desmenuzar un poco desde esta mirada lo que se nos plantea en 'Las Margaritas', recordemos en palabras del francés André Breton lo que es el surrealismo, puesto que fue uno de los primeros y más importantes representantes del movimiento surgido en los años 20', el cual también se extendió a otras áreas artísticas como la pintura, además de las políticas y sociales.

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'Las Margaritas', película

El surrealismo para André Breton

En los años 60' durante una entrevista con la periodista Judith Jasmin para 'Premier Plan'; el teórico describió el surrealismo como: "Esta definición no ha cambiado su base desde el día que se formuló, es decir, 1924, cuando se presentaba el surrealismo como automatismo psíquico, puro, a través del cual nos proponíamos expresar por escrito o de cualquier otra manera, el verdadero mecanismo del pensamiento. Se trataba de un dictado de pensamiento alejado de cualquier control y, eso era muy importante, ejercido por la razón y alejado de cualquier preocupación estética o moral".

A su vez, siendo interrogado por los compromisos que tendría un surrealista para considerársele como tal, el escritor francés comentó: "Se trata sencillamente de relacionarse continuamente con los principales objetivos determinados al inicio, que podrían resumirse en imperativos sobre el plano de la libertad, de la poesía y del amor".

Y no olvidemos el factor onírico, un punto de gran interés entre los surrealistas y cuya inclusión hemos visto muy marcada en el arte y en el cine, que es el tema que nos compete en este momento.

Si todo está corrompido... ¿qué más da corromperse también?

Ahora sí, entremos en materia. El arte es arte, expresión pura. Y las interpretaciones que se puedan tener sobre una obra, del campo artístico al que pertenezca, pueden ser muchas. Pero esto es precisamente lo que nos enamora del arte: que nos reviente la cabeza a punta de reflexiones, de curiosidad, de tratar de entender, de pensar, de averiguar, de sacar conclusiones, que nos incomode, que nos remueva las ideas.

En los primeros minutos de 'Las Margaritas' nos encontramos con dos mujeres jóvenes que a lo largo de la película tienen muchos nombres y cuyo vínculo no queda del todo claro: ¿amigas? ¿hermanas? —alguna vez se refirieron así, pero son tan cambiantes que queda espacio a la duda— ¿pareja? ¿cómplices?, pero ya desde el inicio nos entregan uno de los diálogos más impactantes de toda la película que concluye en una frase que entra como un balazo: "En este mundo todo está corrompido... ¿sabes una cosa? si todo está corrompido ¡estaremos corrompidas también!".

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'Las Margaritas', película

La cinta empieza entre imágenes de explosiones con una música de fondo que parece ser de redobles de tambores. Luego se nos da paso a esta conversación entre las chicas, en la que también mencionan que "nadie entiende nada" y tampoco nadie las entiende a ellas. Este mundo mostrado en el filme, con cambios constantes de color en la imagen y en el que todo escenario parece sacado de un sueño del cual una vez nos despertamos intentamos correlacionar las ideas, no está muy alejado de otros mundos de otras épocas, incluso la actual.

Es como si la premisa de que si todo está corrompido qué más da corromperse también. Aplicado a otros escenarios quizás no tan dramáticos: si todos se están colando en la fila, ¿qué importa si yo también lo hago?, si ya una vez todo se fue al carajo ¿no hay nada qué hacer, nada marcará la diferencia? es casi como una pérdida de toda esperanzada, de toda fe. Lo podrido está podrido y de tanto estarlo se naturaliza. No podemos negar que a nuestro alrededor tenemos un montón de corrompidos que lo están porque el mundo lo está. La ley del más vivo, si se quiere. Puede tener muchos nombres.

La mirada experimental y vanguardista de Vera Chytilová también está presente entre los cortes de las escenas, la estructura de guion, la actuación de sus protagonistas, el vestuario y la escenografía. Va contra lo establecido, contra las reglas, contra la corriente, lo comercial, el como se supone que 'debe ser'. Nos cuenta su historia a su manera, con su particular estética y bajos sus términos, metiéndonos en su cabeza y lanzándonos por el tobogán de sus ideas las comprendamos en su esencia más completa o no.

Después de tomar la decisión de corromperse, nuestras chicas como si cayeran del cielo aterrizan en un tranquilo prado y bailan alrededor de un árbol de manzanas, la rubia toma uno de los frutos y aquí prácticamente es como si tuviéramos un símil del fruto prohibido. Nuestras protagonistas tomaron la decisión de corromperse y lo han efectuado.

Preguntas existenciales sobre la existencia, la muerte y el amor

De aquí en adelante las chicas se comprometen con la tarea de sabotearlo todo, como cuando se hacen presentes como espectadoras en un show de baile, pero interrumpen el espectáculo con sus faltas de educación como si fueran un par de niñas traviesas jugando, lo que las lleva a ser expulsadas del lugar.

También se les ve salir a cenar y compartir con hombres mucho mayores. En una de estas cenas también nos entregan otro diálogo impactante. La rubia pregunta: "¿Por qué quiere pervertirnos?", y la de cabello negro completa: "¿No ve que todavía estamos en pleno desarrollo?"

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'Las Margaritas', película

Durante la segunda mitad de la película nos adentramos en un laberinto formado de puros cuestionamientos existenciales. Lo podemos notar en los siguientes diálogos: La rubia le pregunta a su cómplice: "¿Lo notas?... cómo se nos escapa la vida". Más delante tenemos otra muestra de pesimismo y total ausencia de esperanza en la humanidad: "Todo el mundo miente, nadie se da cuenta", comentó la joven de cabello negro luego de que su compañera le confesara haber robado algo de azúcar.

Pero lo mejor de 'Las Margaritas', la parte más surrealista, lo que nos hace cuestionarnos desde la razón y la emoción la condición humana llega hacia el final de la cinta. Tras una discusión en la que la rubia le revela a su compañera que "ya no le gusta" y en otra escena ésta la hace fumar y concluyen que dicho acto es "una perversión", posteriormente, ya saltando a otro ambiente —cosa que pasa constantemente en el filme— la rubia reflexiona sobre: "Eso es algo que no entiendo, ¿por qué se dice te quiero?"

Nuestras protagonistas que hasta entonces parecían tan ajenas e indiferentes a la conciencia de una realidad, comienzan a indagar en el origen y aparente fin de nuestra existencia. Una vez más es la rubia quien expone sus inquietudes sin obtener respuestas concretas: "¿Crees que en serio hay algo? ¿que existe algo? por ejemplo, cuando alguien ya no está, como cuando uno muere", y sumerge un hombre de papel en una laguna de leche, se pierde en la nada.

La conversación asciende a la idea de si ellas realmente son ellas, si de verdad existen. Las dudas sobre esto último se hacen presentes cuando visitan un pueblo y al pasar por el lado de varios ciclistas todos las ignoran. "Nadie se da cuenta de que estamos aquí", comentan mientras sostienen un montón de mazorcas que llevaron consigo tras pasar por un cultivo, el hombre que lo vigilaba tampoco las vio. Sin embargo, tuvieron la prueba de su existencia que necesitaban tras ver el desastre que dejaron en la calle luego de tirar los restos de mazorcas: "Al fin y al cabo existimos. Existimos, existimos, existimos".

Estas escenas y diálogos pueden ser analizados desde muchas filosofías y doctrinas, pero fácilmente puede compararse con la cotidianidad de cualquier persona: ¿cuántas veces no nos hemos sentido invisibles en la calle, el trabajo, la familia? no sería ni loco que se nos pasara por la cabeza el interrogante de si verdaderamente existimos en este plano terrenal o si solo somos el producto de la imaginación de alguien, como si fuéramos el personaje del libro de algún escritor obsesionado con la tragicomedia.

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'Las Margaritas', película.

Hacia el final, tenemos corte tras corte, experimentalismo en su máxima potencia, un collage de imágenes y susurros: "¿qué será de nosotras? no tenemos pruebas de nada", frases como estas suenan una y otra vez mientras nuestras protagonistas se destruyen y reconstruyen. Finalmente, podríamos decir que tenemos una etapa de redención. Después de echar a perder una enorme cena y casi que acabar con el lugar, nuevamente, como caídas del cielo las jóvenes terminan en un lago. "Solo podía acabar así, ¿sería posible arreglar lo que ha sido destruido?", es la frase que nos redactan sobre la imagen de las chicas pidiendo socorro. "¡Nos estamos ahogando! ¡ayuda! porque estamos corrompidas".

Una vez más se nos escribe algo sobre la imagen: "Si existiera tal posibilidad, en el mejor de los casos sería algo así". Entonces nuestras dupla se pone a la tarea de "arreglar" lo que previamente habían dañado, la cena, la vajilla y demás. "Si somos buenas seremos felices", susurran. Entonces intentan unir los trozos de platos y forman como pueden la vajilla, limpian el mantel, barren... "¡Somos felices de verdad!.. pero no importa", y una enorme lámpara cae del techo y la cinta termina con la imagen de susto de las jóvenes y una explosión.

Una vez algo estuvo roto, al repararse no vuelve a ser como en su inicio. Pero sobre este punto se puede reflexionar bastante. Nada más en Instagram, porque estamos en un mundo de redes sociales, nos encontramos con montones de videos sobre que es mucho más valioso algo que logró recuperarse tras haberse roto porque vivió, se chocó, aprendió y sanó. Pero también se nos abren universos de debate. 'Las Margaritas' también dan pie a la eterna conversación sobre si el hombre nace bueno y la sociedad lo corrompe, recordando a Rousseau.

Pero para seguir hablando sobre la película: tratemos de responder la pregunta que nos plantearon al final: "¿sería posible arreglar lo que ha sido destruido?".

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