El anuncio cayó como una confirmación amarga de algo que, en el fondo, muchos temían desde hace años: Studio Gainax ha dejado de existir legalmente. Tras más de cuatro décadas de historia, el estudio japonés responsable de algunos de los títulos más influyentes del anime cerró sus puertas de manera definitiva luego de concluir un prolongado y complejo proceso de bancarrota. Hideaki Anno, una de sus figuras fundacionales y creador de Neon Genesis Evangelion, fue quien terminó de ponerle punto final a la historia, aclarando además qué ocurrirá con el legado creativo que Gainax deja atrás.
Fundado en 1982, Gainax fue mucho más que un estudio de animación. Fue un laboratorio de ideas, un espacio de riesgo creativo y una cantera de autores que transformaron para siempre la forma de narrar en el anime. Series como Neon Genesis Evangelion, FLCL, Gunbuster y Gurren Lagann no solo marcaron generaciones de espectadores, sino que redefinieron el lenguaje visual, temático y emocional del medio. Gainax apostó por relatos introspectivos, personajes quebrados y una ambición estética poco común en la industria televisiva japonesa de su tiempo.
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Sin embargo, el brillo creativo convivió durante años con una administración errática. Problemas financieros, disputas internas, pérdida de talentos clave y una gestión cada vez más cuestionada fueron debilitando al estudio hasta llevarlo a una situación insostenible. En mayo de 2024, Gainax se declaró oficialmente en bancarrota, iniciando un proceso legal que terminó, meses después, con su disolución definitiva como entidad jurídica. El cierre no fue repentino, sino el desenlace lógico de una larga agonía.
La gran pregunta, inevitable, tiene que ver con el futuro de sus obras más emblemáticas. En ese punto, la noticia trae un matiz tranquilizador: los derechos de los animes producidos por Gainax no quedaron en el limbo. Según confirmó Anno, estos fueron recuperados y devueltos a sus autores o a las compañías que hoy los gestionan legalmente. Evangelion, por ejemplo, lleva años bajo el control de Studio Khara, fundado por el propio Anno, lo que garantiza continuidad y coherencia artística para la franquicia.
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Algo similar ocurre con Gurren Lagann, cuyos derechos están ligados a los creadores que posteriormente dieron vida a Studio Trigger, otro de los grandes herederos espirituales de Gainax. En ese sentido, el cierre del estudio no implica la desaparición de sus universos narrativos, sino, paradójicamente, una liberación definitiva de ellos respecto a una estructura empresarial que ya no podía sostenerlos.
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Lo que sí se cierra es un capítulo irrepetible de la historia del anime. Gainax representó una forma de entender la animación como vehículo de autor, como espacio para la experimentación emocional y filosófica, incluso dentro de productos pensados para el gran público. Su influencia sigue viva en decenas de estudios, creadores y series contemporáneas que aún dialogan con ese espíritu inconforme y profundamente humano.
Así, el adiós de Gainax no es solo el final de una empresa, sino la confirmación de que su legado ya no le pertenece a un nombre comercial, sino a la historia misma del anime. Y esa, por fortuna, no se disuelve tan fácilmente.