Cuando el cine colombiano toca fondo: Dos películas de los últimos años que han sabido bien cómo hacer todo lo que no se debe hacer en un filme
Santiago Díaz Benavides
Desde 'Forrest Gump' hasta 'Interestelar', pasando por 'Guerra Mundial Z' y 'Naruto', puedo pasar horas hablando sobre mis producciones favoritas. Si me preguntas qué es lo que más me gusta del cine te diré que es mucho mejor que la vida.

Dos producciones recientes revelan un problema que persiste en parte del cine nacional: historias que nacen con ambición, pero terminan aplastadas por la forma que las sostiene.

SensaCine Colombia

En un país donde hacer cine siempre implica remar contracorriente, uno celebra cada estreno casi por reflejo. Pero hay ocasiones en que esa celebración se detiene. Dos películas recientes —Colibrí y Nota de voz— pese a la energía invertida en levantarlas, exponen con claridad las fallas que todavía persisten en parte de nuestra industria: relatos que quieren ser profundos, pero que se quedan en la superficie; personajes que buscan conmover, pero que no encuentran su humanidad; ideas que nacen grandes y terminan diluidas en un cine que parece temerle al riesgo. Son obras que, sin proponérselo, muestran el punto exacto donde el cine colombiano todavía tropieza.

Las películas en cuestión —cada una desde su propio registro y género— comparten un mismo síntoma: la creencia de que un tema urgente basta para sostener una narración compleja. Pero el cine, como forma artística, no se sostiene únicamente en la importancia del asunto. Necesita estructura, ritmo, voces vivas, decisiones formales que acompañen la intención. Cuando eso falta, el resultado es un ecosistema dramático donde todo suena impostado, como si la película estuviera más pendiente de cumplir con una agenda que de respirar desde su propia verdad.

Fotograma 'Nota de voz' Santa Barbara Films
Fotograma 'Nota de voz'

Guiones que se construyen desde la función, no desde la vida

Las fallas comienzan en la raíz: la escritura. Ambas producciones parecen diseñar sus personajes como “vectores de mensaje”. No hablan como personas, sino como extensiones de una tesis subrayada. Les falta cuerpo, duda, contradicción, silencios. Funcionan como engranajes de una maquinaria narrativa que quiere llegar rápido a conclusiones, sin interesarse realmente por el recorrido emocional que las sustenta.

La consecuencia es evidente: las escenas avanzan, pero los personajes no. Todo ocurre, pero nada se transforma.

Fotograma 'Colibrí' La Cuarta Productions
Fotograma 'Colibrí'

Cuando la forma no sostiene el fondo

El problema de Colibrí no es su tema —la espera, la incertidumbre, la fragilidad de las relaciones— sino la manera tímida y desdibujada en la que decide contarlo. La película trata las emociones como si debieran excusarse: todo parece una insinuación, un gesto que se queda a medio camino. La puesta en escena se repliega, como si temiera incomodar al espectador, cuando lo que la historia pedía era lo contrario: hondura, tensión, riesgo emocional.

El resultado es un drama que confía demasiado en la atmosfera pero muy poco en el impulso dramático. Una obra que quiere hablar del temblor humano, pero lo hace desde la distancia.

Fotograma 'Colibrí' La Cuarta Productions
Fotograma 'Colibrí'

En Nota de voz, la falla es de naturaleza distinta, pero igual de evidente. Su premisa, poderosa en el papel, exige un manejo quirúrgico del suspenso. Sin embargo, la película parece no decidir nunca qué tipo de terror quiere construir. Oscila entre lo psicológico y lo literal, entre el duelo y lo paranormal, sin comprometerse del todo. En el camino, sacrifica la credibilidad emocional del personaje principal, que debería sostener la película pero termina actuando más como un mecanismo narrativo que como una persona en crisis.

El terror, cuando funciona, es porque la puesta en escena se lo cree; aquí, pareciera que ni la película confía en su propio miedo.

Póster promocional de la película 'Nota de voz' Santa Barbara Films
Póster promocional de la película 'Nota de voz'

Direcciones que subrayan donde deberían confiar

La puesta en escena refuerza ese problema. No desde la exageración melodramática —porque aquí no hay un exceso de lágrimas ni de tragedia—, sino desde un refinamiento mal calibrado. La cámara marca el tono con una solemnidad constante, sin ritmo interno, sin contrapuntos que permitan respirar. Los planos se sienten demasiado conscientes de su “importancia”, como si la película temiera que el espectador no entendiera el peso simbólico de lo que muestra.

Ese subrayado, más que intensificar la emoción, la aplana.

Fotograma 'Colibrí' La Cuarta Productions
Fotograma 'Colibrí'

Un cine que aspira a trascender pero evita el riesgo

Lo más llamativo es que, en ambas películas, la ambición estética se queda a medio camino. No hay decisiones formales que sacudan, que propongan una mirada distinta, que incomoden desde la composición o el montaje. Todo se acomoda dentro de una paleta segura, casi burocrática, como si la prioridad fuera cumplir con un estándar de “cine importante” antes que encontrar un lenguaje propio.

Esta falta de riesgo empobrece la experiencia. Cuando una película se rehúsa a moverse fuera de la zona segura, pierde la oportunidad de crear verdaderos momentos cinematográficos.

Fotograma 'Nota de voz' Captura de pantalla
Fotograma 'Nota de voz'

¿Qué hace bien el cine colombiano cuando acierta?

Para entender dónde están las fallas, también conviene recordar dónde han estado los aciertos. En los últimos años, películas colombianas han demostrado que es posible alcanzar hondura sin sacrificar ritmo; que se puede hablar de temas duros sin renunciar a la complejidad; que el riesgo formal y la intimidad emocional pueden convivir.

Los Reyes del Mundo, Monos, El Abrazo de la Serpiente, Pájaros de Verano, Amparo, Malta: todas ellas entienden que la mirada es parte del mensaje. Que un plano abierto puede contener más verdad que un parlamento. Que un personaje se construye desde su respiración, no desde su función narrativa. Que el cine colombiano puede ser feroz, delicado, rabioso, poético, sin perder rigor.

Fotograma 'Colibrí' La Cuarta Productions
Fotograma 'Colibrí'

La reflexión de fondo

Las dos películas que inspiran esta nota no fracasan por falta de esfuerzo. Se nota el trabajo, la disciplina, la inversión emocional y económica. Pero el cine no perdona cuando la forma no acompaña al fondo.

Y eso es lo que queda claro aquí: cuando una historia quiere ser grande, necesita más que un tema urgente; necesita una mirada profunda, un oído para lo humano, una intuición para lo invisible.

Paulina Diazgranados en 'Nota de voz' Santa Barbara Films
Paulina Diazgranados en 'Nota de voz'

Estas obras no representan el final de nada. Más bien, abren una pregunta necesaria: ¿Qué estamos sacrificando cuando hacemos cine pensando primero en la relevancia y después en el lenguaje?

Es un recordatorio útil —y quizá incómodo— de que la única manera de elevar nuestro cine es exigirle más: más riesgo, más precisión, más humanidad. El resto —la técnica, la producción, los fondos, los festivales— viene después.

facebook Tweet
Noticias relacionadas