La película colombiana tan mala que se convirtió en una joya de culto (y dónde verla)
Santiago Díaz Benavides
Casi nadie conoce mi primer nombre, pero todos saben que tengo un homónimo español que escribe thriller. Me obsesionan las películas sobre el fin del mundo y tengo una particular debilidad por el cine de M. Night Shyamalan.

Ridiculizada por algunos en su momento y venerada por otros con el paso del tiempo, esta es una de esas películas que parecen haber nacido para dividir opiniones. Hoy, casi cuatro décadas después, se la considera un clásico del cine colombiano.

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En 1982, Luis Ospina estrenó Pura sangre, una cinta de terror y crítica social que pocos supieron leer. En su momento, fue acusada de pretenciosa, confusa y demasiado oscura para el público colombiano. Hoy, sin embargo, ese mismo tono enrarecido es lo que la ha convertido en una joya de culto. Parte del movimiento conocido como Caliwood, la película fue una de las primeras en Colombia en atreverse a mezclar el horror con la sátira política y la decadencia urbana.

La historia, inspirada en crónicas policiales reales, gira en torno a un millonario enfermo que necesita transfusiones de sangre joven para sobrevivir. A su alrededor se teje una red de crímenes, corrupción y desigualdad que refleja la violencia y el clasismo de la Colombia de los ochenta. Rodada en Cali, con una estética deliberadamente fría y claustrofóbica, Pura sangre se adelantó a su tiempo, proponiendo un lenguaje cinematográfico más cercano al cine de autor europeo que al melodrama latinoamericano.

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El público, sin embargo, no estaba preparado. Muchos salieron de las salas sin entender si se trataba de una parodia, una película de terror o una crítica social. En su estreno, algunos críticos la consideraron un “experimento fallido”, y su paso por taquilla fue discreto. Pero en los años siguientes, con la llegada de nuevas generaciones de cinéfilos, Pura sangre empezó a ser revisitada, estudiada y defendida como una de las obras más audaces del cine nacional.

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Luis Ospina, que luego dirigiría Soplo de vida y el documental Todo comenzó por el fin, siempre dijo que su película no buscaba complacer. Y tenía razón: Pura sangre incomoda. Su mezcla de horror, erotismo y crítica de clase sigue resultando extraña incluso hoy. Pero ahí está su fuerza: en haber desafiado los moldes de una industria que entonces apenas comenzaba a definirse.

Actualmente puede verse en RTVCPlay, dentro del catálogo de películas restauradas del cine colombiano. Una oportunidad perfecta para descubrir —o redescubrir— la obra que, sin proponérselo, marcó el nacimiento del culto cinematográfico en Colombia.

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