La secuela de esta gran película de terror casi destruye la reputación de la franquicia
Santiago Díaz Benavides
Desde 'Forrest Gump' hasta 'Interestelar', pasando por 'Guerra Mundial Z' y 'Naruto', puedo pasar horas hablando sobre mis producciones favoritas. Si me preguntas qué es lo que más me gusta del cine te diré que es mucho mejor que la vida.

Tras el fenómeno mundial de 'El Exorcista', Warner Bros apostó por una continuación que prometía más terror y espectáculo. El resultado fue tan polémico que aún hoy divide a la crítica y al público.

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Cuando en 1973 William Friedkin estrenó El Exorcista, el cine de terror jamás volvió a ser el mismo. La historia de Regan, la niña poseída por una fuerza demoníaca, marcó un antes y un después en la industria y abrió la puerta a una inevitable secuela. Cuatro años después llegó El Exorcista II: El Hereje (1977), y con ella, uno de los episodios más controvertidos de la historia del género.

La cinta partía con grandes expectativas: Linda Blair retomaba su papel como Regan, Max von Sydow regresaba en flashbacks, y se sumaban figuras como Richard Burton, James Earl Jones y Louise Fletcher. Además, la música estaba a cargo de Ennio Morricone y la fotografía de William A. Fraker. Todo indicaba que sería otro éxito. Y lo fue… por unas horas.

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En su estreno, la película logró un récord de taquilla para Warner Bros, pero el entusiasmo se desplomó rápidamente. Las críticas fueron despiadadas: la calificaron de incoherente, absurda y, sobre todo, incapaz de sostener el aura de terror que había definido a la original. Incluso el propio William Peter Blatty, autor de la novela y guionista de la primera película, asistió a una proyección y no pudo contener la risa ante lo que veía en pantalla.

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Los problemas comenzaron desde la producción. Friedkin y Blatty no participaron en la secuela —estaban enfrentados legalmente— y el guion sufrió reescrituras constantes durante el rodaje. El resultado fue un relato confuso que mezclaba elementos paranormales, ciencia ficción y hasta referencias a la cultura “new age” de los años setenta, sin lograr una cohesión narrativa.

A pesar de ello, El Exorcista II tiene defensores. Martin Scorsese la incluyó en su lista de películas religiosas favoritas, y la crítica Pauline Kael llegó a decir que prefería esta entrega a la original. No son opiniones aisladas: algunos valoran su atmósfera onírica, sus secuencias africanas y el retrato de un Nueva York vibrante, más cercano al glamour de Studio 54 que al thriller urbano de la época.

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Pero más allá de estos rescates, la percepción general se mantiene: para muchos, El Exorcista II: El Hereje es una de las peores secuelas jamás filmadas. El tiempo no ha sido benévolo y, cada vez que se anuncia una reedición en Blu-ray o streaming, las redes se llenan de comentarios que recuerdan su estatus de “desastre”.

Hoy, casi medio siglo después, la película sigue siendo un recordatorio de que ni los elencos más prestigiosos ni los presupuestos generosos garantizan el éxito. El Exorcista II no destruyó del todo a la franquicia, pero dejó una cicatriz imborrable que aún pesa sobre cada nuevo intento de revivir el mito del exorcismo en el cine.

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