Paul Thomas Anderson siempre fue identificado como un director de cine de autor. Su filmografía parecía moverse en los bordes de lo íntimo, lo filosófico y lo psicológico, con obras tan diversas como Magnolia, El hilo fantasma o Petróleo sangriento. Por eso sorprendió tanto que decidiera lanzarse a dirigir Una batalla tras otra, una superproducción de acción con Leonardo DiCaprio a la cabeza. Sin embargo, el propio Anderson ha explicado que este giro no es tan inesperado como parece: desde hace décadas, ha sido un apasionado consumidor de cine de acción, un género que lo ha marcado en silencio y que ahora encuentra su cauce en la pantalla.
Entre las películas que más lo han inspirado, una ocupa un lugar especial: Terminator 2: Judgment Day. Anderson la vio siendo muy joven y quedó fascinado con la capacidad de James Cameron para unir espectáculo y emoción. De hecho, recuerda que en la escuela de cine lo desanimaban de imitar este tipo de películas, lo que solo reforzó su convicción de que el cine popular también podía ser gran arte. Ese punto de partida explica por qué su aproximación al género no es meramente imitativa, sino un intento de llevarlo a un territorio más ambicioso.
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Otra influencia fundamental proviene de The Dark Knight, la obra cumbre de Christopher Nolan. Para Anderson, esta trilogía de Batman representa la síntesis perfecta entre rigor artístico y atractivo comercial. Ha dicho que lo que logró Nolan es “incomparable”: convertir un cómic en una epopeya moral que conectó con millones de espectadores sin perder calidad cinematográfica. Ese modelo de equilibrio, difícil de alcanzar, parece haber sido un referente claro a la hora de dar forma a Una batalla tras otra.
Pero Anderson no se limita a lo solemne. Su lista de favoritas incluye también clásicos de la adrenalina noventera como Speed, que revolucionó las películas de acción urbanas, y las sagas Mission: Impossible, donde Tom Cruise, con quien trabajó en Magnolia, lo sigue deslumbrando como “el rey” del cine de acción. A estas se suman títulos más recientes como Shang-Chi o incluso Venom 2, cintas que muchos críticos desprecian pero que él defiende por su energía y capacidad de atraer público masivo a las salas.
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Quizás la mayor sorpresa es que, entre todas, su favorita absoluta sea Midnight Run, la comedia-acción con Robert De Niro y Charles Grodin. Para Anderson, es la película que mejor encarna lo que él busca ahora: un entretenimiento ágil y vibrante, pero con personajes entrañables y un corazón latente.
En conjunto, estas influencias muestran que el nuevo proyecto de Anderson no nace de la nada. Una batalla tras otra es la consecuencia natural de una vida entera viendo explosiones, persecuciones y héroes improbables, y preguntándose cómo sería si un director obsesionado con los matices emocionales pusiera las manos en ese material. Con DiCaprio en el centro, el resultado promete ser tan espectacular como profundamente humano.