Cuando se estrenó en 2018, pocos imaginaron que Bluey terminaría por conquistar al mundo. Hoy, seis años después, la producción de Ludo Studios no solo se mantiene como uno de los contenidos más vistos en Disney+, sino que además fue la serie de streaming más consumida en 2024, con más de 50.000 millones de minutos reproducidos a nivel global. ¿El secreto? Una combinación única de ternura, realismo y creatividad que la ha convertido en la mejor serie infantil del año, y quizá en la mejor de la última década.
A primera vista, la historia parece sencilla: Bluey, una perrita heeler azul de seis años, comparte su día a día con su hermana Bingo y sus padres, Bandit y Chilli. Cada episodio dura apenas siete minutos y suele girar en torno a un juego familiar. Sin embargo, bajo esa estructura mínima se esconde un retrato sorprendentemente profundo sobre la infancia, la imaginación y, sobre todo, la vida en familia.
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Uno de los grandes logros de Bluey es que sus personajes infantiles se comportan como niños reales. No siempre son obedientes ni perfectos; hacen berrinches, se frustran y, al mismo tiempo, muestran una capacidad asombrosa de crear mundos enteros a partir de la imaginación. Esa autenticidad conecta tanto con los pequeños espectadores como con sus padres, quienes se ven reflejados en los desafíos de la crianza que la serie retrata con sinceridad. Bandit y Chilli no son héroes ideales, sino adultos que también se cansan, se equivocan y aprenden sobre la marcha.
La música es otro de sus pilares. Cada capítulo cuenta con una banda sonora original compuesta por Joff Bush, quien no duda en recurrir a la música clásica o a composiciones originales para realzar la emoción de las historias. Ese cuidado artístico hace que cada aventura tenga un ritmo y un tono únicos, generando momentos que los adultos disfrutan tanto como los niños.
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Además, Bluey no teme abordar temas complejos como la pérdida, el bullying o la infertilidad, siempre con delicadeza y sin subestimar la inteligencia emocional de su audiencia. Es precisamente ese respeto por los niños y su capacidad de comprensión lo que la distingue de otros títulos del género.
Con una película confirmada para 2027 y la promesa de nuevas aventuras, Bluey demuestra que una serie infantil puede ser mucho más que entretenimiento pasajero: es una herramienta para hablar en familia, un refugio de empatía y, sobre todo, un recordatorio de que jugar es la mejor manera de crecer.