Prime Video estrenó a comienzos de 2023 Bodas de Plomo (Shotgun Wedding), una película que prometía ser la comedia romántica del año, pero que terminó convertida en un híbrido extraño entre sátira de bodas, cine de acción y enredos sentimentales. Dirigida por Jason Moore (Pitch Perfect), y con guion de Mark Hammer, la cinta pone a Jennifer López en el rol de Darcy y a Josh Duhamel como Tom, dos novios que sueñan con casarse en un paradisíaco destino tropical. Lo que no imaginaban es que la ceremonia se transformaría en una caótica batalla campal.
Prime Video
La trama arranca con los clásicos nervios de pareja: inseguridades, discusiones y familiares incómodos. Hasta ahí, nada nuevo en el género. Sin embargo, el giro absurdo llega cuando un grupo de criminales armados irrumpe en la celebración y toma como rehenes a todos los invitados. A partir de ese momento, los protagonistas pasan de discutir sobre centros de mesa a escapar de balas en la selva, improvisando estrategias de supervivencia mientras, de paso, reflexionan sobre su relación.
El resultado es una película que no teme exagerar. Entre vestidos de novia convertidos en trajes de combate, suegras que lanzan granadas y villanos que parecen sacados de una parodia, Bodas de Plomo nunca se toma en serio a sí misma. Ese tono caricaturesco es, justamente, lo que ha generado división entre críticos y espectadores: para algunos, la mezcla de géneros resulta refrescante y cómica; para otros, el guion abusa de los clichés y se siente forzado.
Captura de pantalla
El reparto aporta lo suyo. Jennifer López se mueve con naturalidad entre el glamour y la acción, mientras que Jennifer Coolidge, en el papel de madre del novio, roba varias escenas con su humor irreverente. Sônia Braga, Cheech Marin y Lenny Kravitz completan un elenco que parece disfrutar del exceso. Y aunque la producción aprovecha al máximo los paisajes del Caribe, el mayor atractivo termina siendo el caos mismo.
¿Vale la pena verla? Si lo que se busca es entretenimiento inmediato, sin mayores pretensiones y con una buena dosis de risas absurdas, la respuesta es sí. Si, en cambio, se espera coherencia narrativa o villanos memorables, probablemente sea mejor pasar de largo. Bodas de Plomo no es una comedia romántica convencional: es un espectáculo desbordado que oscila entre lo ridículo y lo divertido, y ahí radica su encanto o su condena.