Por más de tres décadas, Natalie Portman ha sido una figura imprescindible en Hollywood. Desde su debut a los 13 años en Léon: el profesional, la actriz demostró un talento que la llevó rápidamente a compartir pantalla con los nombres más grandes de la industria. Sin embargo, el papel que debía consagrarla en la cultura popular —el de Padmé Amidala en la segunda trilogía de Star Wars— estuvo a punto de arruinarle la carrera.
Aunque las precuelas dirigidas por George Lucas dominaron la taquilla, la recepción hacia la interpretación de Portman fue despiadada. “Todos pensaban que era una actriz horrible. Estuve en la película más taquillera de la década y ningún director quería trabajar conmigo”, confesó en una entrevista con The New Yorker en 2014. El peso de la crítica, sumado a la magnitud mediática de la saga, la dejó durante años sin propuestas significativas.
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El giro llegó gracias a la confianza de Mike Nichols, legendario director de El graduado, quien la eligió para participar en la obra teatral La gaviota. No solo le devolvió credibilidad artística, también intercedió por ella frente a colegas de la industria. Fue Nichols quien la recomendó personalmente para Cold Mountain, un drama histórico que marcó su regreso al cine serio. Poco después, protagonizó Closer, donde su desempeño la llevó a su primera nominación al Óscar.
En 2010 llegaría la consagración definitiva con Cisne negro, papel que le otorgó el premio de la Academia y consolidó su lugar entre las grandes actrices contemporáneas. Desde entonces, Portman ha sabido moverse entre producciones independientes y blockbusters de Marvel, construyendo una filmografía diversa y respetada.
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Lo paradójico es que, pese a aquel rechazo inicial, la actriz nunca ha cerrado del todo la puerta a Star Wars. En una visita reciente al programa Watch What Happens Live, Portman reconoció que “nadie me ha preguntado” sobre un posible regreso, pero que estaría “abierta a ello”. La idea resulta compleja, dado que Padmé murió al final de La venganza de los Sith, aunque la misma franquicia ha demostrado que los límites narrativos pueden expandirse con imaginación.
Hoy, mientras prepara el estreno internacional de Secretos de un escándalo, Portman mira hacia atrás con la tranquilidad de quien superó la peor etapa de su carrera. Lo que alguna vez fue un estigma terminó transformándose en un punto de inflexión: de actriz “horrible” a estrella consagrada, la trayectoria de Natalie Portman demuestra que en Hollywood las segundas oportunidades también pueden convertirse en legado.