En HBO Max: Adam Sandler brilló como nunca en esta comedia romántica dirigida por uno de los cineastas más aclamados de nuestro tiempo
Santiago Díaz Benavides
Casi nadie conoce mi primer nombre, pero todos saben que tengo un homónimo español que escribe thriller. Me obsesionan las películas sobre el fin del mundo y tengo una particular debilidad por el cine de M. Night Shyamalan.

No es la típica comedia romántica ni el típico papel de Adam Sandler. Esta película se convirtió en una joya inesperada del cine independiente.

HBO Max

Cuando se habla de Adam Sandler, la mayoría piensa de inmediato en sus comedias más comerciales. Sin embargo, en Punch-Drunk Love (Embriagado de amor, 2002), disponible actualmente en HBO Max, Sandler ofrece una de las actuaciones más sorprendentes y emotivas de su carrera, en una película dirigida por nada menos que Paul Thomas Anderson, el aclamado cineasta detrás de obras maestras como Magnolia, There Will Be Blood y Licorice Pizza.

Lejos del tono estridente al que el actor tenía acostumbrado al público, Punch-Drunk Love es una historia contenida, visualmente exquisita y emocionalmente compleja que combina romance, ansiedad, humor y violencia de forma inesperada. En el centro está Barry Egan (Sandler), un hombre introvertido, reprimido y emocionalmente frágil, cuya rutina gris y opresiva —dominada por siete hermanas que lo tratan con desdén— comienza a tambalearse cuando conoce a Lena (interpretada por Emily Watson), una mujer que parece ver en él algo que ni él mismo puede comprender.

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La dirección de Paul Thomas Anderson es tan precisa como poética. A través de una estética visual vibrante —con colores saturados, movimientos de cámara cuidadosamente coreografiados y una atmósfera onírica— el director consigue plasmar en pantalla el caos interior de Barry. La música, compuesta por Jon Brion, acentúa la tensión emocional del personaje y juega un papel esencial en la narrativa. Anderson, conocido por sus narrativas complejas y corales, opta aquí por algo más contenido, más íntimo, pero no menos ambicioso.

Uno de los aspectos más notables de la película es cómo utiliza elementos típicos del género romántico —el chico conoce a la chica, el amor como redención— para subvertirlos por completo. En lugar de un héroe encantador, tenemos a un hombre quebrado. En lugar de un romance idealizado, vemos una relación extraña, torpe y profundamente humana. El amor en Punch-Drunk Love no es una fantasía edulcorada, sino una posibilidad frágil que emerge en medio del caos.

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El giro en la actuación de Sandler no pasó desapercibido. Su interpretación le valió elogios de la crítica, que por primera vez lo empezó a considerar un actor con verdadero rango dramático. El propio Anderson ha declarado que escribió el guion pensando en él, fascinado por la tensión entre su agresividad cómica y su vulnerabilidad emocional. El resultado fue una colaboración que aún hoy se recuerda como uno de los momentos más atípicos y brillantes del cine independiente estadounidense.

A más de dos décadas de su estreno, Punch-Drunk Love sigue siendo una película difícil de clasificar: ¿es una comedia romántica? ¿una fábula moderna? ¿un experimento de estilo? Tal vez sea todas a la vez. Pero lo cierto es que sigue siendo una de las joyas más singulares del catálogo de HBO Max, y una prueba de que, cuando se le da el espacio adecuado, Adam Sandler puede brillar como nunca bajo la mirada de un verdadero autor.

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