Hay películas que deben verse con atención. Otras que piden silencio. Y luego está Monos, la aclamada producción colombiana de Alejandro Landes, que exige algo más: apagar las luces, subir el volumen y dejarse arrastrar por su intensidad hipnótica. Disponible en Netflix, esta cinta de 2019 no necesita criaturas sobrenaturales para helarte la sangre; su poder está en el ambiente, en la incertidumbre y en la crudeza de un mundo que se derrumba desde adentro.
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La historia sigue a un grupo de adolescentes guerrilleros —con nombres clave como Rambo, Lobo, Sueca y Pitufo— que custodian a una rehén extranjera en una remota zona de Colombia. No hay una línea del frente clara, ni líderes visibles; solo una cadena de órdenes que provienen de una voz lejana, conocida como “El Mensajero”. En medio del páramo, y luego en la selva húmeda, los jóvenes oscilan entre el juego, la disciplina militar y la descomposición total.
Lo que convierte a Monos en una película inolvidable no es su premisa, sino la forma en que la ejecuta. La fotografía de Jasper Wolf transforma cada encuadre en una pintura cargada de tensión. La naturaleza —imponente, inabarcable— se convierte en un personaje más: bella y aterradora al mismo tiempo. A esto se suma la banda sonora de Mica Levi (conocida por su trabajo en Under the Skin y Jackie), que acentúa cada sobresalto, cada pausa, cada decisión que parece llevar al abismo.
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La oscuridad juega un papel esencial en la experiencia. Ver Monos a plena luz del día puede hacerte perder matices importantes: las sombras que envuelven los rostros, los susurros entre ramas, la amenaza que siempre parece estar fuera de campo. Con las luces apagadas, el espectador se vuelve cómplice de esa atmósfera densa e imprevisible, como si también estuviera atrapado en la montaña o escondido bajo un toldillo en medio de la lluvia.
Lejos del cine comercial y las fórmulas predecibles, Monos propone una mirada visceral sobre la guerra, la juventud y la pérdida de referentes. Pero no lo hace con discursos ni moralejas, sino a través de una narrativa sensorial y ambigua. No hay buenos ni malos, solo seres humanos puestos al límite en un mundo donde la autoridad es difusa y la violencia se vuelve costumbre.
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Reconocida con el Premio Especial del Jurado en el Festival de Sundance y elegida como la representante de Colombia a los Premios Óscar en su año, Monos ha sido comparada con clásicos como Apocalypse Now y El señor de las moscas, aunque su estilo es único: salvaje, poético y perturbador.
Así que esta noche, si buscas una película diferente, una experiencia que te sacuda y te obligue a mirar de nuevo lo que creías conocer, apaga las luces y dale play a Monos. No te arrepentirás. Solo recuerda respirar.