"No eres Denzel Washington": Eddie Murphy fue aconsejado que no hiciera esta película nominada al Oscar
Santiago Díaz Benavides
Casi nadie conoce mi primer nombre, pero todos saben que tengo un homónimo español que escribe thriller. Me obsesionan las películas sobre el fin del mundo y tengo una particular debilidad por el cine de M. Night Shyamalan.

Una conversación con Sidney Poitier cambió el rumbo de su carrera para siempre. Hoy, este consejo resuena como una mezcla de advertencia y reconocimiento.

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Cuando Eddie Murphy se encontró cara a cara con Sidney Poitier en algún evento de Hollywood a inicios de los años 90, no imaginaba que recibiría una frase que lo marcaría profundamente: “No eres Denzel [Washington]”. Estas palabras, pronunciadas por una leyenda del cine y pionero afroamericano en la industria, estaban cargadas de significado. El contexto: Murphy estaba considerando interpretar a Alex Haley en una ambiciosa película biográfica sobre Malcolm X. Sin embargo, ese rol nunca llegó a concretarse.

La cinta en cuestión, Malcolm X, finalmente fue dirigida por Spike Lee en 1992 y protagonizada magistralmente por Denzel Washington, quien recibió una nominación al Óscar por su interpretación del líder afroamericano asesinado en 1965. La película, basada en La autobiografía de Malcolm X escrita por Haley, fue concebida originalmente bajo la dirección de Norman Jewison, quien ya había trabajado antes con Poitier en In the Heat of the Night.

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En ese momento, Murphy ya era una superestrella internacional. Había revolucionado la comedia desde su juventud con Saturday Night Live, y protagonizado éxitos como Un detective suelto en Hollywood y Un príncipe en Nueva York. Sin embargo, no era conocido como actor dramático, algo que solo lograría consolidar años más tarde con su nominación al Óscar en 2007 por Dreamgirls. Por eso, Poitier lo frenó en seco con una frase que parecía cruda, pero que ocultaba una poderosa lección de identidad artística.

“Eres un soplo de aire fresco. ¡No arruines eso!”, le dijo también Poitier, según recordó Murphy en el documental de Apple TV Number One on the Call Sheet: Black Leading Men in Hollywood.

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Murphy confiesa que no supo si el comentario fue un cumplido o una crítica. Pero entendió que, en palabras de Poitier, él no era Denzel ni Morgan Freeman. Era otra cosa: un comediante con una conexión única con el público global, y un talento que había abierto caminos nuevos que sus antecesores no conocieron. Poitier, el primero en ganar un Óscar como Mejor Actor, parecía cuidar a Murphy como a un heredero distinto, no para que siguiera sus pasos, sino para que encontrara los propios.

El tiempo dio lugar a interpretaciones. Por un lado, Murphy no aceptó el papel. Por otro, Malcolm X eliminó al personaje de Alex Haley del guion definitivo, lo que hace pensar que su presencia nunca fue tan esencial para la historia central. En todo caso, el consejo de Poitier quizás evitó que Murphy se arriesgara en un rol que el público no estaba listo para ver en él. La industria tampoco lo estaba. Durante más de una década después de aquella charla, Murphy continuó brillando en comedias, fiel a ese “soplo de aire fresco” que había sido desde el inicio.

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Hoy, esa anécdota sirve como una mirada reveladora sobre cómo los íconos afroamericanos en Hollywood han moldeado, cuidado y aconsejado a las nuevas generaciones. Y también como un recordatorio de que no todos los caminos conducen al drama, ni al Óscar, pero sí a la autenticidad.

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