Scarlett Johansson ha dado un giro inesperado en su carrera al presentar en el Festival de Cannes 2025 su ópera prima como directora, Eleanor the Great, una dramedia íntima que ya se perfila como una de las sorpresas cinematográficas del año. Lejos de los focos de los blockbusters y las superproducciones que marcaron su trayectoria como actriz, Johansson se pone detrás de la cámara con una propuesta sencilla, humana y profundamente conmovedora, liderada por una protagonista que rompe todos los moldes: la actriz de 95 años, June Squibb.
La película, escrita por Tory Kamen, gira en torno a Eleanor, una anciana encantadora y perspicaz que, tras la muerte de su mejor amiga —una superviviente del Holocausto—, se ve envuelta en una mentira tan absurda como conmovedora: decide apropiarse de los recuerdos de su amiga fallecida y presentarlos como propios. La premisa da pie a una historia de redención, amistad y segundas oportunidades, contada con ternura y una pizca de humor inteligente que recuerda a las mejores comedias dramáticas de los años 90.
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Squibb, aclamada por su trabajo en Nebraska y más recientemente en Thelma, brilla en un papel hecho a su medida. Su interpretación de Eleanor no solo ha conquistado a la crítica, sino que ya suena como una contendiente sólida para los próximos premios Oscar. Sería la nominación más longeva de la historia en la categoría de Mejor Actriz, y a juzgar por la ovación de cinco minutos recibida en Cannes, no sería una sorpresa.
Aunque Eleanor the Great no compitió por la Palma de Oro y fue proyectada en la sección Un Certain Regard, su impacto ha sido notable. Scarlett Johansson ha demostrado que su sensibilidad artística va más allá del frente de la cámara. En sus 98 minutos de duración, la cinta aborda temas como la pérdida, la identidad y el paso del tiempo con una mirada cálida pero sin condescendencia. Una primera incursión en la dirección que, sin ser pretenciosa, deja huella.
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Este debut marca el inicio de una nueva etapa en la carrera de Johansson, mientras que consolida el legado de una actriz como June Squibb, que a sus 95 años demuestra que el talento —cuando es verdadero— no tiene fecha de caducidad.