Gabriel García Márquez no solo fue un lector apasionado y un maestro del realismo mágico. Antes de que los libros llegaran a su vida, hubo algo que lo marcó profundamente: el cine. En su autobiografía Vivir para contarla, el Nobel colombiano cuenta que, cuando era niño y vivía en Aracataca, su abuelo materno lo llevaba a ver películas al teatro Olympia. Casi siempre eran westerns protagonizados por Tom Mix. Luego, según cuenta el Centro Gabo, en la mesa, debía relatar la trama completa, escena por escena. Su abuelo lo corregía si olvidaba detalles o alteraba los hechos.
Así fue como el cine se convirtió en parte esencial de su vida, incluso antes de que supiera leer o escribir. A lo largo de los años, mantuvo una relación muy cercana con el mundo audiovisual. No solo escribió guiones, sino que también trabajó como productor, editor e incluso actor. Más de una docena de películas cuentan con su participación directa, y muchas de sus historias fueron adaptadas para la pantalla. Por eso, no es casualidad que sea uno de los escritores latinoamericanos más llevados al cine en el siglo XX.
La película favorita de Gabo
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Pero ¿cuál era su película favorita? Según el Centro Gabo, que recopiló una lista con sus títulos más queridos, hay una que destaca: Barbarroja (Akahige, en japonés), dirigida por Akira Kurosawa y estrenada en 1965.
La historia sigue a Yasuoto, un joven médico con aspiraciones de trabajar para el shogun en el Japón feudal. En lugar de eso, es enviado a una clínica rural con pocos recursos, donde debe trabajar bajo las órdenes de un médico apodado “Barbarroja”, conocido por su temperamento fuerte. Lo que en un principio parece un castigo se transforma poco a poco en una experiencia transformadora. Barbarroja, con su actitud severa pero entregada, se convierte en una figura que encarna la medicina como vocación, como compromiso con los más vulnerables.
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La película combina la mirada social con los dilemas éticos de la medicina, y es probable que esa mezcla de humanidad, estructura narrativa y profundidad emocional haya resonado con Gabo, quien siempre mostró interés por las historias que retratan la dignidad en medio de la adversidad.
Las preferidas del Nobel
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En esa misma lista de favoritas también aparecen otras joyas del cine como Ladrón de bicicletas (1948), de Vittorio De Sica; Jules et Jim (1962), de François Truffaut; Playtime (1967), de Jacques Tati; Ciudadano Kane (1941), de Orson Welles, y varias cintas latinoamericanas como Canoa (1976), de Felipe Cazals, y Los fusiles (1963), de Ruy Guerra.
Cada una, a su manera, toca temas que también aparecen en la obra de García Márquez: la memoria, la injusticia, el amor, la resistencia frente a lo imposible. Pero Barbarroja se mantuvo como una de sus preferida. ¿Ya la conocías?