Gracias a este discjockey colombiano aprendimos a escuchar a The Beatles en el país: Este es un homenaje a su trabajo
Santiago Díaz Benavides
Lector, melómano, miope curioso y cinéfilo. Me dicen El Profesor. Vivo en Bogotá con mi prometida y dos perros. También trabajo en una librería.

Durante décadas, su voz acompañó a miles de oyentes que aprendieron a amar la música gracias a él. Ha sido más que un locutor: un puente entre culturas, un educador musical y una enciclopedia viviente.

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La historia de la radio musical en Colombia no puede contarse sin mencionar a Manolo Bellón. Su nombre es sinónimo de sabiduría musical, pero también de pasión, pedagogía y constancia. Si generaciones enteras conocieron el rock británico, entendieron el fenómeno de los Beatles, se acercaron al jazz o disfrutaron de la evolución del pop anglo, fue en buena parte gracias a él. Discjockey, periodista, escritor y docente, Manolo Bellón no solo presentó música: la explicó, la contextualizó, la defendió.

Su voz inconfundible marcó un antes y un después en la historia de la emisora 88.9 en Bogotá —una de las más influyentes del país durante décadas— y más adelante en emisoras como Radioacktiva y Blu Radio. Pero no fue su tono grave ni su dicción precisa lo que lo convirtió en una leyenda radial, sino su inmenso conocimiento y su vocación por conectar.

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Nacido en Bogotá, de padres alemanes, creció en un hogar donde la disciplina alemana y la calidez colombiana se entrelazaban. Su padre, Waldemar Bellón, matemático y periodista, y su madre, Lisle Benkendoerfer, enfermera, emigraron de Stuttgart a Colombia en 1938. Desde temprana edad, Manolo mostró un interés profundo por la música, influenciado por la colección de discos de su familia y su habilidad para el inglés, que le permitió acceder a información musical de primera mano.

Estudió en los colegios Nueva Granada, Abraham Lincoln y el Colegio Americano de Bogotá, donde se graduó en 1967. Aunque inició estudios en veterinaria y zootecnia en la Universidad Nacional de Colombia, su verdadera vocación lo llevó a los micrófonos.

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La revolución radial

En una Bogotá que aún se debatía entre los ecos del bolero y las baladas románticas, este joven de apellido alemán y corazón colombiano sintonizó por primera vez una melodía que cambiaría su vida y la de miles de oyentes. Era mediados de los años 60, y en el interior de un Volkswagen blanco, Manolo Bellón escuchó "I Want to Hold Your Hand" de The Beatles. Los acordes vibraron en su alma, y sin saberlo, iniciaron una historia de amor con la música que lo llevaría a ser el embajador no oficial del cuarteto de Liverpool en Colombia.

En 1969, Manolo comenzó su carrera en Radio 15, una emisora juvenil de la Cadena Caracol. Allí, colaboró con programas de disc jockey junto a músicos como Humberto Monroy y Edgar Restrepo Caro. Su conocimiento del inglés y su pasión por la música lo destacaron rápidamente, permitiéndole introducir a los oyentes colombianos a bandas como The Rolling Stones y Led Zeppelin.

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Durante los años 70 y 80, Manolo pasó por diversas emisoras, incluyendo Emisoras El Dorado, Radio Visión, Radio Fantasía, HHJZ, Súper Estéreo, 88.9 y La X. En cada una, dejó una huella imborrable, promoviendo nuevos sonidos y educando a la audiencia sobre la historia y evolución de la música contemporánea.

En 1986, creó "Surcos del Pop" en Caracol Estéreo, un programa que se mantuvo al aire hasta 2010 y se convirtió en uno de los más longevos y queridos por los oyentes. Mientras otros discjockeys se limitaban a presentar canciones, él ofrecía análisis históricos, anécdotas y datos que le daban profundidad al acto aparentemente banal de escuchar música en la radio.

Manolo Bellón junto a Tony Bennett. Facebook Manolo Bellón
Manolo Bellón junto a Tony Bennett.

Pero fue entre 1999 y 2001 cuando Bellón consolidó su legado con el programa "Beatles por Siempre", una serie de 99 programas de una hora dedicados a contar la historia de The Beatles, desde sus inicios hasta sus carreras como solistas. La serie tuvo un impacto tan significativo que en diciembre de 2001, EMI Music le otorgó un Disco de Oro por su trabajo en la difusión del álbum recopilatorio "One", convirtiéndose en el único colombiano en recibir este reconocimiento sin haber participado en una grabación.

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Más allá de la radio

La influencia de Manolo no se limita a la radio. Fue jefe de repertorio rock y pop internacional en Discos Philips, donde impulsó éxitos como los de Barry White y Bee Gees. Como periodista, ha escrito para El Tiempo, El Espectador, El Heraldo, El Colombiano, El País y revistas como Billboard, Diners, Credencial, Semana y Cromos. También incursionó en la televisión, presentando programas musicales y cubriendo eventos como el concierto de Paul McCartney en Bogotá en 2012.

En el ámbito académico, ha dictado conferencias y clases sobre historia del rock y pop. Además, fundó la Escuela de Música Manolo Bellón y la Fundación Buscando Las Estrellas, enfocadas en la formación musical de niños y jóvenes, aunque ambas cerraron en 2016.

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La pasión de Manolo por la música también se ha plasmado en la escritura. Es autor de varios libros que se han convertido en referencia para los amantes del rock y el pop. A saber: The Beatles: La Historia (2003), una detallada biografía de la banda británica, que fue actualizada en 2017 para incluir una discografía comentada; El ABC del Rock (2007), una guía completa sobre los hechos más relevantes de la historia del rock en América y Europa; Surcos del Pop (2011), inspirado en su programa radial, ofrece un recorrido por la música contemporánea con detalles y curiosidades; y Conspiraciones, mitos y leyendas en la historia de la música (2024), libro en el que explora las historias ocultas detrás de la música.

Eduardo Arias y Manolo Bellón en 2017. Revista Canéfora
Eduardo Arias y Manolo Bellón en 2017.

El hombre que nos enseñó a escuchar

Hay personas que no solo nos acompañan en la vida, sino que también la afinan. Manolo Bellón ha sido eso para muchos. Un afinador de sensibilidades. Un sintonizador de almas. Su voz —esa mezcla de elegancia, erudición y calidez— no solo presenta canciones: abre puertas. Uno encendía la radio y no era solo Led Zeppelin o Bowie lo que sonaba: era Manolo, y con él, la certeza de que algo memorable estaba por suceder.

Lo conocí como tantos otros lo conocieron: por el dial. Yo era apenas un adolescente perdido entre cassettes y descargas ilegales, cuando una noche cualquiera escuché de él. Fue mi madre quien me habló de lo que hacía. No recuerdo cómo, pero busqué escucharlo. Y lo que sentí después me ha hecho no dejar de oírlo.

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Años más tarde, he tenido la fortuna de estrecharle la mano, de escuchar sus anécdotas en persona, de decirle lo mucho que ha significado para mí su trabajo y, aún más increíble, de conducir el homenaje que se le ha hecho en la Feria Internacional del Libro de Bogotá 2025. No para de sorprenderme su humildad, su mirada pausada, su manera de hablar bajito, casi como si no quisiera incomodar. Y me conmueve su pasión cuando, con tan solo mencionar a George Harrison o a Frank Zappa, sus ojos se transforman, el cuerpo se le llena de ritmo, y empieza a contar, como quien ha estado ahí desde siempre y vuelve con el deber de narrarlo.

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Manolo nunca ha buscado ser una estrella. Lo que ha hecho a lo largo de los años es ser, más bien, un faro. Ilumina sin cegarnos, guía sin imponer. En un país donde la cultura muchas veces se improvisa, él ha insistido en el estudio, en la precisión, en el respeto por la música y por quienes la oyen. Ha hecho de la radio un aula y de cada oyente, un estudiante privilegiado.

Ahora que su voz ya no resuena con tanta constancia en las frecuencias, uno siente que algo falta en el aire. Pero también queda la certeza de que su legado no se apaga. Porque quienes lo escuchamos no solo descubrimos canciones: aprendimos a escuchar con el alma, a mirar la historia con los oídos, a entender que la música es un lenguaje sagrado.

Gracias, Manolo. Por enseñarnos que el rock no era ruido, que la radio podía ser arte y que amar la música también es una forma de amar la vida.

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