Dune: La profecía, la nueva serie precuela basada en el universo creado por Frank Herbert, ya está disponible en Max y está añadiendo una nueva línea de tiempo al complejo mundo de la saga de ciencia ficción. Aunque se desarrolla miles de años antes de los eventos que hemos visto en las películas de Denis Villeneuve, la serie no está exenta de conexiones con las adaptaciones recientes.
Sin embargo, una diferencia clave ha captado la atención de los fans: los Harkonnen en la serie son muy distintos a los villanos que conocemos del cine. Y no, no es un error, sino una decisión tomada a propósito para la narrativa de la saga.
Un salto de 10 mil años
La trama de Dune: La profecía transcurre 10 mil años antes de Dune: Parte Uno (2021) y está inspirada en la trilogía Great Schools of Dune, escrita por Brian Herbert, hijo de Frank Herbert. La serie cuenta los orígenes de instituciones clave como la Hermandad Bene Gesserit y se centra en las hermanas Valya y Tula Harkonnen, interpretadas por Emily Watson y Olivia Williams en su etapa adulta, y por Jessica Barden y Emma Canning en su juventud.
Lejos de los villanos industriales que lidera el Barón Vladimir Harkonnen, aquí encontramos a los personajes de esta casa con un aspecto mucho más humano. Este contraste no solo tiene sentido, sino que refuerza uno de los mensajes centrales de la saga.
La clave para entender esta transformación es el lugar de origen de los Harkonnen. En Dune: La profecía, los miembros de esta casa provienen de Lankiveil, un planeta marítimo. Las condiciones naturales de este mundo explican el aspecto de Valya y Tula, quienes reflejan una conexión aún intacta con la naturaleza. Sin embargo, en el futuro de la saga, los Harkonnen ya no residen en Lankiveil.
Se trasladan a Giedi Prime, un planeta altamente industrializado que representa el epítome del capitalismo descontrolado. Allí, la contaminación ambiental, la falta de luz solar y la explotación extrema de recursos afectan tanto al planeta como a sus habitantes. Es así, que las características físicas que vemos en las películas (cabezas rapadas, piel pálida) son el resultado de generaciones adaptándose a un ambiente hostil y tóxico.
Ecología, capitalismo y el mensaje de ‘Dune’
Frank Herbert creó a los Harkonnen como un reflejo del impacto de la industrialización y el capitalismo salvaje. En Lankiveil, la familia aún mantiene una conexión con el entorno natural pero a medida que su ambición crece y se trasladan a Giedi Prime, este respeto desaparece, dando lugar a una cultura basada en la explotación y la destrucción. La serie Dune: La profecía destaca este contraste, mostrando a los Harkonnen antes de convertirse en los monstruos industriales que conocemos, y más que contar una historia de poder, la obra de Herbert también es una advertencia sobre las consecuencias de ignorar la naturaleza.
Si eres fan de la saga o estás buscando adentrarte en este universo, Dune: La profecía es la puerta de entrada perfecta. ¿La mejor parte? Puedes disfrutarla ya en Max.