'Por un puñado de dólares' marcó el inicio de la trilogía del dólar de Sergio Leone y es hoy una de las piedras angulares del cine del Viejo Oeste. Sin embargo, detrás de su éxito se esconden dudas, rechazos y un proceso lleno de riesgos que casi entierra el proyecto antes de nacer. Incluso su protagonista, Clint Eastwood, quien encarnó al emblemático "Hombre sin nombre", creía que la película sería un desastre.
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Leone, quien ya había destacado con 'El coloso de Rodas' y como director de segunda en 'Sodoma y Gomorra', decidió apostar por un género que atravesaba un declive en Estados Unidos: el western. Inspirado en el filme japonés 'Yojimbo' de Akira Kurosawa, Leone buscó reinterpretar los códigos clásicos del género con un estilo propio. Así nació el western "spaghetti", caracterizado por su violencia estilizada, el uso de primeros planos extremos y un ritmo deliberadamente pausado que resaltaba la tensión dramática.
Sin embargo, la creación de este clásico estuvo lejos de ser sencilla. Clint Eastwood no fue la primera opción para el papel principal. Eric Fleming, coestrella de la serie Rawhide, fue el primer candidato, pero rechazó el proyecto por considerarlo demasiado arriesgado. Posteriormente, Richard Harrison, un actor conocido por sus papeles en películas de bajo presupuesto, también declinó participar, pero recomendó a Eastwood. Para entonces, el actor tenía una carrera modesta y aceptó el rol más por curiosidad que por fe en el proyecto. "Pensé que sería un enorme fiasco", confesó en una entrevista.
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El filme también enfrentó una batalla legal con Kurosawa, quien reclamó los derechos por las similitudes con su obra. Este conflicto retrasó el estreno en Estados Unidos hasta 1967, más de un año después de su lanzamiento en Europa. No obstante, el tiempo le dio la razón a Leone y a Eastwood: 'Por un puñado de dólares' se convirtió en un fenómeno global, cimentando el estilo visual y narrativo de su director y catapultando la carrera de su protagonista.
Hoy, la película no solo es una referencia ineludible del western, sino un testimonio de cómo las grandes apuestas, aunque inciertas, pueden cambiar el curso de la historia del cine.