La ópera prima del director Julián Díaz Velosa está disponible desde hace unos días en varias salas de cine del país. 'Somos Ecos' sigue la historia de tres jóvenes cuyas vidas se entrelazan en un escenario de conflicto: un chico fanático del punk, un guerrillero infiltrado y una campesina reclutada. La cinta explora asuntos como la amistad, la traición y el amor en medio del fuego de la batalla, revelando cómo los personajes son arrastrados a convertirse tanto en víctimas como en victimarios.
La película se arriesga al abordar el conflicto armado colombiano desde una perspectiva centrada en la humanidad en lugar de los extremos ideológicos. Esta apuesta se traduce en una obra que no solo cautiva, sino que también provoca reflexiones profundas sobre la naturaleza de la guerra y nuestra propia humanidad.
'Somos Ecos'.
Con buen tino, Díaz Velosa nos sumerge en la transformación de estos jóvenes atrapados en un ciclo interminable de violencia. A medida que buscan reconciliación y segundas oportunidades, los personajes luchan por cambiar su destino y ser vistos de manera diferente en un mundo que los juzga. El equipo detrás de 'Somos Ecos' ha logrado capturar la complejidad de la sociedad colombiana contemporánea en casi todos sus matices.
Al ser una cinta que se presenta como una propuesta del género de acción, los intereses de la película no se centran en lo que habitualmente otras cintas de este corte suelen abordar. Esta no es una película sobre la crudeza del conflicto armado en Colombia, sino una pieza que a través de una historia de ficción con ecos en la realidad permite reflexionar sobre lo que somos como nación.
'Somos Ecos'.
El filme se alzó con el galardón de "Mejor Película" en el Festival Internacional de Cine de San Diego, California, reafirmando su impacto y calidad. La película invita a la audiencia a considerar la verdadera naturaleza de la guerra y a reconocer la humanidad que yace en medio del conflicto.
'Somos Ecos' destaca en múltiples aspectos artísticos. La ambientación va más allá de los escenarios típicos del conflicto armado, sumergiéndonos en los pensamientos y emociones de los personajes. Quizá aquí reside su punto más alto, en el hecho de que no intenta ser un proyecto que genere conciencia sobre el conflicto, más allá de que, tras bambalinas, el director y su equipo tienen como objetivo hacer que la memoria de la gente frente a este tema no se vea intervenida. Recordar es vivir, dicen por ahí, y esta cinta, a la vez que entretiene, cuestiona.