'Un varón': Hablamos con Fabián Hernández sobre la masculinidad tóxica en las calles de Bogotá y el proceso detrás de su nueva película
Julieth Castaño
Julieth Castaño
-Redactora
Soy un mix entre Merlina Addams y Harley Quinn. Vivo en el número 7 de calle Melancolía. Quería ser actriz de cine, pero terminé escribiendo de cine

El cineasta nos cuenta que su película se aleja de los clichés sobre droga y muerte vistos en otros filmes sobre contextos marginales. En 'Un varón' da espacio para otro tipo de temáticas como la masculinidad tóxica y la ambigüedad sexual.

'Un varón', película colombiana/Foto: docco.co

El 13 de abril llegó a las salas de cine la película colombiana 'Un varón', primer largometraje que dirige Fabián Hernández, cineasta que ya tenía experiencia en la realización de cortometrajes. Este drama de 82 minutos de duración nos trae la historia de 'Carlos', interpretado en la ficción por Dylan Felipe Ramírez Espitia.

"Carlos vive en un hogar para jóvenes en el centro de Bogotá, una especie de refugio donde se mitiga la dureza y los sinsabores de la vida. Anhela pasar la Navidad junto a su madre y hermana. Al salir del internado, se confronta con el rigor de las calles de su barrio, donde impera la ley del más fuerte, del más macho. Deberá elegir entre seguir estos códigos de masculinidad o confiar en su naturaleza profunda. 'Un Varón' es un retrato poderoso e intenso, una exploración sensible y sutil de la masculinidad latinoamericana en las calles de Bogotá", nos cuentan en la sinopsis.

En SENSACINE Colombia hablamos con Fabián Hernández, quien también escribió la película, y nos contó del largo camino recorrido desde que comenzó a redactar la primera palabra del guion hasta que logró conseguir la financiación necesaria y materializar su historia en esta cinta que ahora tenemos en cartelera. No fue fácil. El proceso fue lento, pero seguro. Y su propia experiencia de vida fue la piedra inicial para empezar a construirlo todo.

"Esta es una película que empecé a reflexionar hace unos diez años más o menos. Trayendo un poco la memoria del pasado. Crecí en la localidad de Mártires y Santa Fe, allí viví muchas cosas que me fueron articulando en la adolescencia, en la juventud. Al vivir esas experiencias, en esa época no las relativizaba y ya después empecé a relativizarlas de adulto, a traducirlas en unas ideas para un película. Hace como unos ocho años empecé a escribir un primer guion. Hace unos cinco años encontré un productor comprometido, Manuel Ruiz, y ya conseguimos recursos. En ese proceso de unos siete-ocho años encontré a los actores".

La masculinidad tóxica, uno de los enfoques de la película

La ley del más macho o más varón, estos códigos de lo que se supone es la masculinidad, hacen parte de los ejes centrales dentro de la narración de la película. La propia experiencia de vida de Fabián Hernández lo impulsó para desarrollarla, pero era importante tener al protagonista indicado, al actor que reuniera todos los elementos que el director estaba buscando y en Dylan Felipe Ramírez los encontró todos.

"Lo vi en un concierto de rap. Hay un grupo de breakdancers y vi cinco breakers grandes muy viriles y muy masculinos que lo rodeaban. Él estaba en el medio bailando con una alegría y vivacidad muy fuerte, una presencia escénica que me llamó mucho la atención. Me acerqué, hablamos un rato, no fue precisamente un casting... Yo en la época performaba un tipo de masculinidad en un contexto particular en el que me cortaba el pelo de una forma, caminaba y me vestía de una forma, actuaba todo el tiempo delante de los otros para parecer eso que llaman: la norma, en este contexto. La norma era vinculada a un cierto tipo de masculinidad que yo llamo hegemónica, tóxica... este tipo de masculinidad se vinculaba mucho a la que performaba Felipe en ese momento".

Además de estos factores que hacían de Ramírez una persona identificable con la historia, también existía un componente artístico que para Fabián Hernández era fundamental encontrar en su actor protagónico.

"Me pareció un argumento muy importante a la hora de decidir que fuera el protagonista. Él delante de muchos pares y delante de esa ficción político-social está todo el tiempo performando una masculinidad que se vincula a esos estereotipos... aparte de su capacidad artística, es un muchacho interesado en el arte, es un bailarín de break dance, es grafitero, le gusta el rap... eso de que fuera un artista era definitivo en mi vida. Los cinco breakers que vi ese día son los cinco actores protagonistas básicamente".

Una historia que busca alejarse de los clichés de armas, drogas y muerte vistos en otros filmes sobre contextos sociales similares

'Un varón' se filmó en pleno centro de Bogotá, principalmente entre las localidades de Mártires y Santa Fe. Y, aunque la historia se desarrolla dentro de un contexto social vulnerable, Hernández no buscaba presentar la clásica película sobre muerte y drogas. Quería enseñar otro tipo de drama, otra cara de esta realidad que también gira en torno a la ambigüedad sexual, a la toma de decisiones.

"Se grabó en el centro de Bogotá, eso comprendía varios barrios en los que yo caminé mucho: San Bernardo, Eduardo Santos, el Voto Nacional, que han atravesado mucho las dinámicas del sector que tienen que ver con eso que comúnmente se asocia a estos lugares: conflictos sociales complejos alrededor de las armas, la droga, la destrucción. Quería también dar un espacio para otro tipo de perspectiva en estos lugares, que tenían que vincularse como a unas construcciones sociales más masculinas en mi caso. También a dinámicas que escaparan de esos clichés y estereotipos como el de la droga o el de las armas, el de la muerte. Yo no quería una vez más caer en ese lugar como de ilustrar la violencia o la droga, todos esos elementos que ya conocemos y que existen y están en la película, pero yo quería ir a algo más profundo que hablara también de paz y de amor".

El cineasta resalta que en el cine latinoamericano enfocado en este tipo de contextos sociales los personajes protagonistas suelen tener un final de muerte o envueltos en otro tipo de circunstancias extrañas. En su caso, no quería condenar al protagonista en su historia.

"Generalmente el cine latinoamericano y este tipo de películas asociadas a la marginalidad, los personajes principales terminan muertos o terminan matando o en delirios muy extraños, creo que también hay espacio para la vida en estos lugares, para la toma de decisiones, para la complejidad, para el deseo, la sexualidad en estos contextos. Quería que esto existiera en mi película, la planteo desde ahí".

Que la audiencia entienda que esta es una película diferente, es uno de los retos

La ópera prima del cineasta colombiano no es un cliché como ya se ha venido mencionando. Pero el hecho de que la audiencia entienda que es una historia, si bien desarrollada en un contexto marginal, que es diferente y no es más de lo mismo se ha convertido en un reto. Ante la pregunta de qué ha sido lo más difícil de todo este proceso de producción, Hernández destacó en primer lugar el encontrar financiación y después:

"Tratar de hacerle entender al público que no es la misma película que ya estamos tan azotados de ver alrededor de la figura de los muchachos de contextos sociales marginados. Ha sido un gran reto. Tratar de hacerle entender al público que esto es otra cosa, que no tiene que ver con lo que ya nos han ilustrado tantas veces personas que son muy ajenas también a estos contextos".

En su caso, además de que creció en esta realidad, Hernández se ha tomado sus buenos años en entender las dinámicas del entorno sobre el cual estaba desarrollando su historia. Esto le permitió mostrar una producción que va más a la profundidad de las cosas y que no solo se queda en la forma.

"Por lo menos en esta película nos hemos esforzado muchos años para tratar de entender estas dinámicas y no caer en esos clichés que cualquier persona podría caer muy fácilmente solo acercándose en poco tiempo... hay mucha gente que se acerca con una idea muy fácil sobre las cosas y termina haciendo cosas sensacionalistas, es decir, de salvajismo, de lugares llenos de poco optimismo. Creo que la película apunta a otra cosa. Se le abre campo a la complejidad de los personajes y a la porosidad de las realidades. No todas las películas en la marginalidad tienen que tener el sello de la muerte, de las armas y las escenas gráficas violentas. Vengo de ese contexto, he crecido allí y me he encontrado que adentro hay performancia, complejidad sexual, no todo es unidireccional".

Además de la historia en sí, Fabián Hernández también quiso ser distinto en la narración de las acciones, en mostrar que no todo el tiempo tiene que estar ocurriendo algo que sea grande, impactante. Sino que también hay espacio para la no acción.

"Las películas de estos contextos están muy vinculadas a las acciones todo el tiempo, como si el marginal debiera siempre hacer algo que nos impresione, que nos sorprenda por su potencia y fuerza y nos sacuda. Yo creo que hay espacio para la no acción, para no hacer, para el ocio, para no hacer gran cosa, simplemente vivir o respirar. Creo que eso es un derecho que gráficamente lo han alejado de la realidad de las personas que hemos vivido allí. Para mí era importante hacer una película donde se respirara, donde hubiera tiempo, donde no todo fuera acciones todo el tiempo. No hay que deberle al público, sobre todo europeo y gringo, que esperan mucho de nosotros como que siempre haya una acción en los marginales que revelen lo salvajes que somos o lo tremenda que es la realidad en nuestros contextos, cuando allá adentro también hay espacio para esperar, para pensar en el amor, en la familia, para tomar también decisiones".

Incomodar, lo que busca Fabián Hernández en el público con su ópera prima

Dicho todo lo anterior, ¿qué es lo que busca el director con su primera película: incomodar, conmover? Lo tiene muy claro y lo explica a Sensacine Colombia:

"Hay un grado de incomodidad que me interesa porque se relaciona a todo lo que estoy diciendo. Me parece importante que el espectador se haga preguntas que tal vez no se había hecho alrededor de la figura de los jóvenes en los contextos de marginalidad. Me interesa que el espectador ayude a construir también los relatos y que no sea solamente darle de comer a eso que se espera todo el tiempo de estos contextos. Incomodar no es solamente mostrar realidades violentas y tremendas, también puede ser plantear muchachos que expresen ideas que no tienen que ver con eso que se espera de ellos, creo que incomodar es dejar espacio para otras temáticas que están asociadas a otras clases sociales como el deseo, como la ambigüedad sexual".

'Un varón' ha recibido reconocimientos en diferentes festivales del mundo como el Premio Arrecife en el Festival de Cine de la Habana, entre otros.

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