Una conversación sin filtros con diez jóvenes que te hará repensar todo lo que creías saber sobre la figura papal.
En tiempos donde las figuras públicas suelen blindarse tras discursos ensayados y apariciones cuidadosamente diseñadas, Amén. Francisco responde (Disney+, 2023) se siente como una bofetada de honestidad. Aún más ahora, tras el fallecimiento del Papa Francisco, este documental adquiere una dimensión emocional y simbólica que no tenía cuando se estrenó. Es, quizá, el retrato más humano, frontal y vulnerable del primer Papa latinoamericano. Una pieza audiovisual que trasciende la religión para hablarle al mundo desde la escucha.
Dirigido por Jordi Évole y Màrius Sánchez, el especial nos lleva a un encuentro privado en Roma entre el Papa y diez jóvenes de distintos países, culturas y contextos. No hay púlpito. No hay sotana blanca inmaculada ni un coro gregoriano de fondo. Lo que hay es una mesa redonda, cámaras discretas y preguntas incómodas. “¿Qué piensa del aborto?”, “¿Por qué la Iglesia no acepta a las personas LGBTQ+?”, “¿Dónde estuvo Dios cuando abusaban de mí?”. No hay guion. No hay moderador. Solo miradas directas, silencios largos y respuestas que, nos guste o no, nacen de una voluntad real de diálogo.

Lo más poderoso en el documental no es lo que se dice, sino cómo se dice. Francisco escucha. No interrumpe. No adoctrina. No evade. En lugar de dar sermones, ofrece historias personales. Habla de sus dudas, de su juventud, de sus errores. Se ríe. Se incomoda. Se conmueve. Y cuando no sabe qué responder, lo admite. Verlo es un ejercicio de desmitificación: el Papa aquí no es un líder infalible, sino un hombre tratando de entender a un mundo que cambia a un ritmo vertiginoso.
La cámara de Évole, siempre atenta pero nunca invasiva, se limita a observar. Y en esa aparente simplicidad, el documental logra una de sus mayores virtudes: dejarnos entrar en un espacio íntimo donde la Iglesia y la juventud se miran, no como adversarios, sino como interlocutores. Nadie sale igual de esa conversación. Ni ellos, ni nosotros como espectadores.
Desde su estreno, Amén. Francisco responde generó ruido. Hubo quienes lo celebraron como un gesto valiente del pontífice, y quienes lo criticaron por abrir debates que la institución ha evitado durante siglos. Pero más allá de la polémica, hoy lo que queda es un registro invaluable: el de un Papa que, en lugar de hablar desde el altar, eligió sentarse en la misma mesa.
A la luz de su reciente muerte, el documental resplandece como testimonio y como legado. Porque más allá del dogma, más allá de la fe o de la crítica, esta es una obra sobre lo humano. Sobre el poder de escuchar al otro. Sobre la importancia de hacerse preguntas. Sobre la dignidad de decir “no lo sé”.