En Disney+: la miniserie del universo de ‘Star Wars’ que se sitúa 100 años antes de ‘La Amenaza Fantasma’
Santiago Díaz Benavides
Casi nadie conoce mi primer nombre, pero todos saben que tengo un homónimo español que escribe thriller. Me obsesionan las películas sobre el fin del mundo y tengo una particular debilidad por el cine de M. Night Shyamalan.

Una historia oscura, con intriga y dilemas morales, que reescribe lo que creíamos entender de los Jedi.

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El universo de Star Wars no deja de expandirse, pero pocas veces se aventura a hacerlo en territorios tan desconocidos como los que propone The Acolyte, la miniserie disponible en Disney+ y ambientada un siglo antes de los eventos de La Amenaza Fantasma. La producción, creada por Leslye Headland, escarba en un período casi mítico dentro de la cronología: los últimos años de la Alta República, cuando la Orden Jedi vivía su época de esplendor y, paradójicamente, también empezaba a sembrarse el germen de su propia vulnerabilidad. Esa distancia temporal permite algo que la saga no siempre se ha permitido: cuestionar a los Jedi desde adentro, sin convertirlos en héroes incuestionables ni villanos por defecto.

La serie está construida como un thriller galáctico, un cambio de tono que oxigena el canon. Aquí no hay grandes batallas espaciales ni épica de manual, sino una investigación que se va enrareciendo capítulo a capítulo. Todo inicia con una serie de crímenes que ponen a prueba la resistencia moral de varios miembros de la Orden, obligados a moverse entre la obediencia y la sospecha, entre lo que deben creer y lo que no encaja en el relato oficial. La trama invita a pensar en ese momento liminal en el que un pequeño desajuste —una verdad ignorada, un error no atendido— puede abrir una grieta que, con el tiempo, se convertirá en la debacle que conocemos en las precuelas.

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Uno de los puntos más interesantes de The Acolyte es su exploración de la Fuerza como un terreno menos luminoso de lo habitual. La narrativa se permite ir hacia lugares oscuros, más íntimos, donde la intuición, el miedo y la incertidumbre marcan el camino. La serie tampoco ahorra tensión: juega con las sombras, con personajes que cargan heridas mal cerradas y con secretos que, si salen a la luz, pueden poner en entredicho la autoridad de la Orden. Ese enfoque, que apela más al misterio que al espectáculo, le da una textura emocional que la vuelve atractiva incluso para espectadores que no han seguido religiosamente todas las entregas de Star Wars.

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El elenco también colabora a elevar la propuesta: Lee Jung-jae, Amandla Stenberg, Dafne Keen y Carrie-Anne Moss forman un grupo tan diverso como sólido. Sus interpretaciones permiten que lo que podría haberse quedado en intriga espacial tome densidad dramática. Lee Jung-jae —impresionante desde Squid Game— aporta un tono meditativo y vulnerable que funciona muy bien para un personaje que debe navegar entre la lealtad y la duda; Stenberg encarna con fuerza ese pulso interno entre lo que se es y lo que se teme ser; Keen trae una energía más impulsiva que rompe la solemnidad; y Moss, siempre magnética, aporta el tipo de presencia que hace creíble cualquier caída o revelación.

En conjunto, The Acolyte se siente como una pieza que estira los límites del canon sin romperlos, que se atreve a imaginar un universo Jedi menos idealizado y más complejo. Es una serie que habla de errores que se pagan caro, de decisiones que terminan moldeando el futuro de una galaxia entera y de los silencios que, a veces, valen más que los dogmas. Para quienes buscan en Star Wars algo más que nostalgia, aquí hay una propuesta que abre preguntas en lugar de responderlas todas. Y en un universo tan explorado, eso ya es un pequeño acto de valentía.

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