Durante meses se dijo que Dragon Ball DAIMA sería el proyecto capaz de marcar un antes y un después en la franquicia. El anuncio llegó envuelto en un despliegue emocional inevitable: la muerte de Akira Toriyama convirtió este anime en su última huella creativa, su último gesto para un universo que acompañó generaciones. Toei Animation apostó fuerte. Hubo campaña global, hubo estreno en cines con los primeros tres episodios y hubo la promesa tácita de que DAIMA acompañaría a los fans por años. Sin embargo, apenas doce meses después de su final, la conversación se desplomó por completo.
La razón no es una sola. Por un lado, el anime tuvo apenas 20 episodios, una anomalía en una saga donde los arcos se extienden durante años. Eso lo condenó a vivir rápido y morir rápido. Por otro lado, la distancia entre su emisión japonesa y su doblaje fragmentó la audiencia en lugar de consolidarla. Muchos seguidores ni siquiera regresaron para verlo doblado, una señal contundente de su fugacidad. Pero, sobre todo, hubo un enemigo imposible de combatir: los rumores insistentes y cada vez más sólidos sobre el inminente regreso de Dragon Ball Super. DAIMA fue visto, casi desde el inicio, como un puente temporal, un parche elegante para cubrir la ausencia de Goku, Vegeta, Gohan Beast y todo el universo narrativo que los fans quieren ver avanzar.
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Quienes siguieron la emisión semanal del anime lo hicieron con entusiasmo, sí, pero ese entusiasmo se evaporó tan pronto terminó el episodio 20. La conversación se desvió hacia lo que vendrá, no hacia lo que DAIMA dejó. El veredicto fue inevitable: este arco, que aspiraba a redefinir la franquicia, terminó siendo un desvío anecdótico en el vasto camino de Dragon Ball. DAIMA nunca logró competir con el enorme peso afectivo y narrativo de Super, y la audiencia no vio razones para volver a él cuando los indicios de 2026 apuntaban al regreso de la historia principal.
Incluso en el terreno donde podría haberse sostenido —los videojuegos— su impacto se diluyó. Dragon Ball Z: Kakarot lanzó un DLC doble adaptando toda la serie, y Dragon Ball: Sparking! ZERO incluyó a varios personajes y escenarios del Demon Realm. Pero nada de esto logró construir memoria. Rápidamente, los jugadores volvieron a pedir más contenido derivado de sagas clásicas, de GT, de los filmes antiguos, o incluso de personajes no canon como Shallot. DAIMA, pese a los esfuerzos de integración, quedó opacado por la eterna sombra de Goku y Vegeta en sus infinitas versiones.
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Y sin embargo, nada está completamente perdido. El evento Dragon Ball Genkidamatsuri del 25 de enero de 2026 podría cambiar el panorama. Allí se anunciarán nuevos proyectos y, aunque todas las apuestas apuntan al regreso de Dragon Ball Super, no se descarta que Toei busque mantener viva la rama del Demon Realm mediante una película original o incluso un videojuego propio. Considerando que Akio Iyoku —uno de los arquitectos de DAIMA— participará en el evento, la posibilidad existe.
De momento, la conclusión es clara y contundente: Dragon Ball DAIMA fue un fenómeno intenso, emotivo y breve. Apenas un año después, su presencia en la conversación global es tan tenue que muchos fans ya lo consideran un arco abandonado. Quizás renazca en otro formato; quizás su destino definitivo sea ser recordado como la última chispa de Toriyama antes del regreso de un gigante. En cualquier caso, 2026 decidirá qué lugar ocupará DAIMA en la historia de Dragon Ball.