La mejor película de HBO Max que te muestra cómo armar una fiesta de Navidad en menos de 24 horas
Santiago Díaz Benavides
Casi nadie conoce mi primer nombre, pero todos saben que tengo un homónimo español que escribe thriller. Me obsesionan las películas sobre el fin del mundo y tengo una particular debilidad por el cine de M. Night Shyamalan.

Una comedia caótica que demuestra que, a veces, improvisar es el único plan navideño posible.

HBO Max

Hay películas navideñas que sobreviven al paso del tiempo no porque sean obras maestras, sino porque capturan una verdad simple: diciembre rara vez sale como lo planeamos. Una Navidad de locos, disponible en el catálogo de HBO Max en Colombia, pertenece exactamente a esa categoría. Es una comedia que toma el desastre, la presión colectiva y la improvisación absoluta como eje, y lo convierte en un retrato muy reconocible para cualquiera que haya intentado organizar una fiesta decente con horas de anticipación.

La premisa es tan sencilla como brillante en su caos: Luther y Nora Krank deciden saltarse la Navidad e invertir todo en un crucero. Pero cuando su hija anuncia que regresa por sorpresa —y que espera reencontrarse con la “tradicional” celebración familiar— todo se derrumba. De un momento a otro, la pareja debe montar árbol, cena, decoraciones y espíritu festivo en tiempo récord, mientras el vecindario entero presiona, juzga, comenta y mete mano. La película funciona justo ahí: en esa sensación de colapso logístico que diciembre trae consigo, en esa mezcla de ansiedad y ternura que define todas las fiestas hechas a la carrera.

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Aunque Una Navidad de locos no tuvo una recepción crítica favorable en su estreno, es fácil entender por qué muchos espectadores la siguen buscando cada año. Tim Allen y Jamie Lee Curtis encarnan a una pareja superada por la circunstancia, pero en clave de comedia física y emocional que sostiene el ritmo del relato. No hay pretensión de sofisticación: es humor directo, un poco absurdo, pero profundamente eficiente. Sobre todo porque, detrás de la exageración, hay un mensaje que se cuela sin que uno lo invite: a veces la Navidad es menos una celebración y más una operación de rescate emocional entre quienes están dispuestos a intentarlo.

El barrio —convertido en un microcosmos de chismes, expectativas y tradiciones inamovibles— funciona como antagonista y como coro. Representa esa presión comunitaria que todos reconocemos: las luces deben ser perfectas, la cena debe estar lista, la casa debe lucir impecable. La película ironiza sobre la obsesión por la apariencia y sobre el guion social que diciembre impone, pero lo hace desde el humor y no desde la burla cruel. Ahí es donde se siente más vigente: en esa crítica suave pero certera a lo que creemos que es “espíritu navideño”.

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Para quienes quieran algo más reflexivo o con sensibilidad amarga, esta no es la opción. Pero si lo que buscas es una comedia que te acompañe mientras empacas regalos, cocinas a última hora o intentas resolver qué diablos vas a servir en la cena familiar, Una Navidad de locos cumple el papel con absoluta dignidad. Se ve rápido, se disfruta sin culpa y, sobre todo, deja claro que armar una fiesta navideña en menos de 24 horas es posible… si aceptas que el caos es inevitable.

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