Durante años, la conversación alrededor de Stranger Things ha funcionado como un termómetro inequívoco para medir el pulso del entretenimiento global. La quinta y última temporada no podía ser la excepción. Netflix apostó por dividir su despedida en tres tandas y, apenas con los primeros cuatro episodios disponibles, ya se desató una tensión curiosa: mientras la audiencia respondió como si se tratara del reencuentro con un viejo ritual, la crítica ha sido significativamente menos entusiasta.
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La controversia no nace de un rechazo contundente, sino de una tendencia sostenida que se percibe desde hace varias entregas. En Rotten Tomatoes, la quinta temporada registra actualmente un 87% de valoraciones positivas: un resultado cómodo para la mayoría de series, pero insuficiente para una producción acostumbrada a cifras casi impecables. La comparación con el pasado es inevitable. La primera temporada, convertida ya en clásico instantáneo, sigue siendo la más celebrada con un 97% de aprobación, seguida por la segunda con 94%. Desde entonces, la pendiente es suave pero constante: 89% para la tercera, 89% para la cuarta y ahora este 87% que, sin ser un tropiezo, sí confirma que el fenómeno no conserva la unanimidad crítica del inicio.
En defensa de esta nueva tanda, aún se contabilizan pocas reseñas: 54 frente a las 199 que evaluaron la cuarta temporada. Es previsible que el porcentaje fluctúe durante las próximas semanas. Sin embargo, el patrón ya está trazado y la percepción de “debilidad” frente al debut original parece haberse consolidado en el discurso crítico. Lo paradójico es que, del lado del público, la recepción cuenta una historia distinta: la quinta temporada comparte un 90% de aprobación de los espectadores, el mismo índice que logró la segunda temporada, y por encima de la tercera (86%) y la cuarta (89%).
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El contraste se hace más evidente si se observan las cifras de visionado. Con 59,6 millones de reproducciones globales en sus primeros cinco días —en plena ventana del fin de semana de Acción de Gracias en Estados Unidos—, Stranger Things 5 consiguió el mejor debut histórico para una serie en inglés dentro de Netflix. La maquinaria promocional funcionó como un reloj y la marca demostró su vigencia. No obstante, ni siquiera así logró quedarse con el título del estreno más visto del año: la tercera temporada de El juego del calamar alcanzó 60,1 millones de visionados en solo tres días, superándola por un margen estrecho, mientras que la segunda entrega del mismo fenómeno coreano la rebasó de forma amplia con 68 millones.
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Aun así, el regreso a Hawkins continúa siendo un imán para el público global. La serie de los hermanos Duffer no solo aplastó sus propios registros —la cuarta temporada debutó con 22 millones de visionados en 2022— sino que se aseguró un lugar privilegiado en la conversación cultural, incluso antes de que se conozca su desenlace. Con cuatro episodios aún por estrenar, la pregunta no es si ingresará al top 10 histórico de Netflix, sino qué lugar ocupará cuando termine de desplegar toda su estrategia.
La crítica, por su parte, insiste en que el veredicto definitivo dependerá del capítulo final, previsto para el 1 de enero de 2026. Hasta entonces, la quinta temporada parece vivir en un terreno intermedio: celebrada por millones de espectadores, discutida con dureza por buena parte de la prensa especializada. Una despedida así, entre récords y reservas, es quizá el signo más elocuente de lo que siempre fue Stranger Things: un fenómeno capaz de enamorar, dividir y, sobre todo, dominar la conversación incluso cuando ya se acerca su último adiós.