Esta serie de terror es una de las recomendaciones de Stephen King para cerrar el año
Santiago Díaz Benavides
Desde 'Forrest Gump' hasta 'Interestelar', pasando por 'Guerra Mundial Z' y 'Naruto', puedo pasar horas hablando sobre mis producciones favoritas. Si me preguntas qué es lo que más me gusta del cine te diré que es mucho mejor que la vida.

Una producción francesa de Netflix resucita nuestros miedos más primitivos, y el “rey del horror” no dudó en darle luz verde.

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Hay series que apenas aparecen y desaparecen sin dejar rastro, y hay otras que regresan como una herida que nunca terminó de cerrar. Marianne, la ficción francesa estrenada en Netflix, pertenece a esta segunda estirpe: la de las historias que, aun vistas hace años, conservan una potencia inquietante. Lo sorprendente —o quizá no tanto— es que Stephen King, el escritor que ha definido el horror moderno, decidió recomendarla recientemente, reactivando la conversación y recordándonos que el verdadero miedo nunca tiene fecha de caducidad.

La premisa de Marianne parece, a primera vista, sencilla: Emma Larsimon, una novelista de terror, descubre que los monstruos que inventa están abriéndose paso en la vida real. Pero lo que podría haber sido un cliché más del género, la serie lo transforma en un descenso angustioso hacia un terror psicológico muy bien planteado. Aquí no hay trucos fáciles. No hay sobresaltos gratuitos. Lo que sí hay es una atmósfera tan densa que parece respirarse. Y, como bien señaló King en su recomendación, un humor oscuro que recuerda al espíritu juvenil de Stranger Things, mezclado con esa sensación de amenaza latente que atraviesa muchas de las obras del propio autor.

Netflix

La recepción del público confirma que Marianne no es un entretenimiento ligero. En redes sociales abundan los usuarios que confiesan haber quedado paralizados desde el primer episodio, incapaces de encender la luz sin sentir un escalofrío que se instala en la nuca. Esa capacidad de generar miedo persistente, de tocar fibras que permanecen sensibles incluso horas después, es lo que explica su resurgimiento en conversación global a pesar de haber sido cancelada tras una única temporada.

Paradójicamente, esa brevedad le ha otorgado una especie de aura. Ocho episodios, ni uno más. Sin rellenos. Sin treguas. Todo comprimido en una narrativa que no negocia con el espectador, que lo obliga a enfrentar imágenes y silencios cuyo eco no desaparece fácilmente. En tiempos donde el terror suele diluirse entre fórmulas repetidas, Marianne se siente como un recordatorio mordaz de lo que el género puede ser cuando se toma en serio.

Netflix

La recomendación de Stephen King no es un simple gesto amable. Es, en cierto modo, un reconocimiento. Cuando un creador del tamaño de King afirma que una serie es “lo que buscas” si deseas terror auténtico, uno entiende que está frente a un producto que respira pasión, técnica y una comprensión certera de nuestros miedos primarios.

Tal vez por eso retomar Marianne en este cierre de año se siente casi obligatorio: porque nos devuelve al terror que no necesita explicarse, solo vivirse; al miedo que no se consume en un susto, sino que nos sigue silencioso, como si caminara a medio paso detrás. Y porque, desde su pequeño rincón, demuestra que no hacen falta varias temporadas para dejar huella: a veces basta con un buen monstruo… y con el nombre de Stephen King susurrando que vale la pena dejarse asustar.

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