Michael B. Jordan le explica a Austin Butler y a Paul Mescal uno de los momentos más memorables de ‘My Hero Academia’
Santiago Díaz Benavides
Si la vida hubiese querido otro destino para mí y me hubiese dado la opción de escoger, seguramente sería mangaka o futbolista, pero ni dibujo bien ni coordino tres pases, así que mejor me quedo escribiendo sobre libros y películas.

Una escena devastadora del anime terminó convirtiéndose en una clase improvisada sobre emoción, acción y narrativa japonesa.

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Michael B. Jordan volvió a demostrar por qué es uno de los embajadores más visibles del anime en Hollywood. Durante una grabación para Vanity Fair junto a Austin Butler y Paul Mescal, el actor decidió mostrarles una secuencia que él considera una lección magistral de cómo se construye el dramatismo en la animación japonesa. Su elección no fue ligera: escogió la aparente muerte de Bakugo en la séptima temporada de My Hero Academia, uno de los momentos más duros y comentados de toda la serie.

En el video, Butler observa la escena con incredulidad, casi como si intentara descifrar cómo una producción animada puede llegar a ese nivel de intensidad emocional. Su reacción fue la misma que ha tenido buena parte de la audiencia global: “Si empiezas por ahí, tal vez no haya vuelta atrás”, dijo entre risas y algo de shock. Jordan, sin pensarlo dos veces, defendió su decisión: para él, ese episodio es la mejor puerta de entrada posible para entender la sensibilidad del anime contemporáneo.

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Durante la conversación, Jordan dejó ver lo que muchos ya sabían: su vínculo con las historias japonesas es profundo. Habló de la importancia de los personajes rotos, los héroes que no encajan y las amistades que funcionan como salvavidas. Según él, esa mezcla de vulnerabilidad y fuerza es lo que hace que el anime conecte con millones de espectadores en todo el mundo, incluidos actores que, como Butler, apenas comienzan a explorar el medio.

Mescal, por su parte, reconoció que está “años atrasado” en materia de anime, aunque sí conoce el legado de Dragon Ball Z. Su reacción fue más curiosa que sorprendida, como quien entiende que está frente a un fenómeno cultural que lo supera en escala pero no en sensibilidad. Jordan aprovechó para recordarle que su amor por el anime no es una pose: ha influido directamente en su trabajo, desde la armadura de Killmonger inspirada en Vegeta hasta el estilo de pelea de Creed III, construido sobre referentes de Hajime no Ippo y otros clásicos deportivos.

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En cuestión de minutos, lo que comenzó como una charla promocional se convirtió en algo inesperado: un pequeño seminario de animación dictado por uno de los actores más influyentes de su generación. Jordan habló con entusiasmo, citó escenas, dibujó paralelos entre el anime y la narrativa occidental, y terminó contagiando a sus colegas con la energía que lo caracteriza fuera del set.

La escena elegida —ese instante en el que Bakugo cae y el mundo parece detenerse— no solo despertó sorpresa entre Butler y Mescal. También ratificó lo que Michael B. Jordan lleva años defendiendo: el anime es una fuerza narrativa global, capaz de emocionar, conmover y redefinir la forma en que contamos historias.

Hollywood ya tiene su club otaku… y Jordan, sin duda, es el líder orgulloso de la mesa.

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