En una vieja pensión donde el sonido del agua nunca cesa, tres vidas se encuentran para recordarnos que la esperanza también tiene su propio ritmo. Fuego bajo la lluvia, la más reciente película del director Raúl García, propone un retrato íntimo sobre la resistencia humana y el poder de acompañarse en medio del dolor. El filme llega a las salas de cine del país el 18 de noviembre, con un elenco encabezado por Angélica Blandón, Adriana Gil y David Camargo.
Más que una historia coral, la película es un tejido emocional en el que la lluvia actúa como espejo y metáfora. Allí conviven una joven desplazada por la violencia, una madre que intenta reconciliarse con la culpa y un adolescente en situación de discapacidad que no renuncia a su deseo de volver a caminar. Entre ellos surge Solara (Blandón), una mujer que, pese a sus heridas, encuentra sentido en cuidar a los demás. “Es un personaje blanco, con un pasado por olvidar, pero aferrado a la vida”, señala la actriz. Su presencia ilumina una película que explora, sin excesos, la soledad, la demencia y la ilusión de los niños frente a un mundo que se desmorona lentamente.
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El proyecto marca el regreso de Raúl García —recordado por Kalibre 35 y por éxitos televisivos como Amas de casa desesperadas, Mujeres asesinas y Tierra de cantores— al cine nacional. Esta vez lo hace desde un lugar más personal. García, quien también firma el guion y la producción, reconoce que la historia está inspirada en una experiencia propia: un periodo en el que enfrentó una discapacidad motora, verbal y sensorial. “El personaje protagónico está basado en esta vivencia y refleja cómo la fortaleza mental es la mejor herramienta para la superación”, explica el director, convencido de que el cine también puede sanar.
La película cuenta con la participación del fallecido Alfonso Ortiz, en una de sus últimas apariciones en pantalla, junto a Luisa Fernanda Giraldo, María Laura Quintero y Luis Fernando Bohórquez. El elenco se amplía con actores de distintas generaciones y trayectorias, en una apuesta coral que refuerza la sensación de comunidad que atraviesa todo el relato.
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Entre las escenas más memorables destaca la que protagoniza Adriana Gil junto a su hijo en la ficción, el joven Andrés, un chico de 14 años que representa la fuerza silenciosa de la esperanza. Gil no solo interpreta el papel de una madre marcada por la culpa, sino que también compone e interpreta Canta, un tango que aparece en uno de los momentos más emotivos del filme.
Fuego bajo la lluvia no busca grandilocuencia ni artificio. Su poder radica en la sencillez con la que se aproxima a la fragilidad humana, recordando que incluso en medio del aguacero más oscuro puede encenderse una llama. Una película que mira de frente la adversidad y la transforma en una declaración de ternura.