En un universo repleto de hechiceros capaces de manipular energía maldita y enfrentarse a monstruos inimaginables, Kento Nanami destaca no por su poder, sino por su serenidad. Desde su primera aparición en Jujutsu Kaisen, el personaje se convirtió en un referente de madurez dentro de una historia donde casi todos los protagonistas son jóvenes impetuosos guiados por el instinto.
Nanami representa algo que rara vez se ve en el anime: el peso de la adultez. Su traje impecable, su peinado perfectamente marcado con una raya 7:3 y su manera meticulosa de hablar contrastan con el caos de los combates. Pero detrás de esa apariencia rígida hay un hombre profundamente humano, cansado del trabajo sin propósito y consciente de que el deber no siempre trae satisfacción.
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Su técnica, Ratio Technique, le permite identificar el punto exacto donde atacar con mayor eficacia. Una metáfora perfecta de su vida: precisión, control y una búsqueda constante del equilibrio. Sin embargo, su verdadero poder no está en su espada roma ni en sus movimientos certeros, sino en su capacidad para enseñar y guiar. Fue mentor de Yuji Itadori, y en cada diálogo dejó lecciones que van más allá del campo de batalla.
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Nanami se convirtió en símbolo de algo que va más allá del combate: la dignidad en medio del agotamiento. Su filosofía —“el trabajo extra no es una virtud”— resuena entre quienes, como él, han sentido el peso de las horas que se extienden más allá de lo necesario. En Jujutsu Kaisen, cada personaje representa una forma distinta de enfrentar la vida; Nanami, en cambio, nos recuerda que la verdadera fuerza a veces consiste en saber cuándo detenerse.
No era el más fuerte, ni el más ruidoso, ni el más extravagante. Pero fue, sin duda, uno de los más humanos. Y tal vez por eso, Kento Nanami sigue siendo uno de los personajes más queridos del anime, un recordatorio de que incluso en los mundos más oscuros, la integridad también puede ser un poder.