Hay películas que no buscan complacer, sino confrontar. Shame, disponible en Prime Video, pertenece a esa categoría de obras que parecen construidas para poner al espectador frente a un espejo del que no puede escapar. Dirigida por Steve McQueen, la cinta protagonizada por Michael Fassbender se adentra en el territorio más íntimo y oscuro del ser humano: el de la adicción al sexo, la soledad contemporánea y la imposibilidad de amar.
Prime Video
Brandon Sullivan (Fassbender) es un hombre exitoso en apariencia. Vive en Nueva York, tiene un empleo estable y una vida controlada al milímetro. Pero su rutina esconde una dependencia que se alimenta del deseo y de la culpa. Lo que empieza como una búsqueda de placer termina convirtiéndose en un ciclo de autodestrucción del que no puede salir. La llegada de su hermana Sissy (Carey Mulligan) lo confronta con un pasado que prefería mantener en silencio, y lo obliga a mirar de frente lo que tanto ha intentado evitar: su propio vacío.
McQueen filma la historia con una frialdad que duele. Cada plano está cargado de tensión emocional, cada silencio pesa. La ciudad se convierte en una extensión del protagonista: una jungla donde todos parecen buscar algo que no logran encontrar. Fassbender entrega una actuación extraordinaria, contenida y visceral al mismo tiempo, que lo llevó a ganar el Premio Volpi al Mejor Actor en el Festival de Venecia. Mulligan, por su parte, equilibra la balanza con una fragilidad que vuelve aún más dolorosa la historia.
Más que una película sobre sexo, Shame es una reflexión sobre la soledad moderna y la imposibilidad de la conexión emocional. McQueen y Fassbender construyen un retrato brutalmente honesto de una generación que confunde la intimidad con el consumo, el deseo con el alivio inmediato y el amor con la transacción. La cinta evita la moralina, pero deja claro que la vergüenza (el “shame” del título) es, en realidad, una herida que todos llevamos, aunque pocos quieran mirarla.
A más de una década de su estreno, la película sigue siendo una experiencia necesaria. En un tiempo donde la exposición se confunde con autenticidad, Shame recuerda que nada nos hace sentir más solos que la incapacidad de compartir lo que realmente somos.