El fenómeno de Demon Slayer: Castillo Infinito no se limita a sus impresionantes números en taquilla —más de 550 millones de dólares en todo el mundo— ni a la devoción de millones de fans que han abarrotado salas en países tan diversos como México, Colombia, India, Francia, España o el Reino Unido. Ahora, el desafío es mayor: conseguir un lugar en la próxima edición de los Premios Oscar, donde la cinta de Ufotable y distribuida por Crunchyroll aspira a competir en la categoría de Mejor Película Animada.
Rahul Purini, CEO de Crunchyroll, ya confirmó que la compañía emprenderá una ambiciosa campaña para posicionar la película en la temporada de premios de 2026. “La historia, la animación y la calidad son sobresalientes. Creemos que los fans merecen verla reconocida en todas las categorías posibles”, aseguró en entrevista con The Hollywood Reporter. La estrategia incluirá exhibiciones especiales, promoción dirigida a los votantes de la Academia y un fuerte despliegue mediático, tal como lo hacen estudios como Pixar o DreamWorks.
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El reto es considerable. En los últimos años, la categoría de Mejor Película Animada ha sido dominada por gigantes estadounidenses como Disney y DreamWorks, con títulos que han capitalizado tanto la crítica como el marketing. No obstante, el precedente de El viaje de Chihiro de Hayao Miyazaki —ganadora del Oscar en 2003— demuestra que el anime sí puede abrirse camino en la élite de Hollywood. La diferencia es que, en esta ocasión, no se trata de un drama fantástico con sensibilidad universal, sino de un shonen cargado de acción, dramatismo y batallas épicas.
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Para que Castillo Infinito consiga la nominación, necesitará cumplir tres condiciones fundamentales: consolidar aún más su prestigio crítico en Occidente, mantener vigente el impacto cultural de la franquicia durante los próximos meses y asegurarse de que los votantes de la Academia vean en la película algo más que un éxito de taquilla. El estreno pendiente en China podría sumar cientos de millones adicionales y reforzar su perfil global, mientras que las próximas entregas de la trilogía asegurarán que la saga se mantenga en el centro de la conversación mediática.
El movimiento también responde a un cambio de paradigma en la industria: el anime ya no es marginal, sino un motor de la cultura global. Sony, propietaria de Crunchyroll, proyecta que este sector alcanzará los 60 mil millones de dólares hacia 2030. Si Demon Slayer: Castillo Infinito logra irrumpir en los Oscar, no solo marcaría un hito para la franquicia, sino también para todo el género, consolidando al anime como un competidor directo frente a las grandes producciones de Hollywood.