Desde su estreno en tierras europeas, específicamente en España, la película más reciente de Demon Slayer: Kimetsu no Yaiba no solo ha confirmado la fuerza de la franquicia de Koyoharu Gotouge, sino que ha hecho historia. En apenas unas semanas, alcanzó los 5,47 millones de euros en taquilla, con un arranque espectacular: 3,36 millones de euros en su primer fin de semana, posicionándose como la película más vista en todo el país. Lo sorprendente no es solo la cifra, sino la consistencia, ya que el largometraje se ha mantenido semana tras semana dentro del Top 10 de la taquilla.
Este récord se vuelve aún más impresionante al compararlo con otras franquicias consagradas. Dragon Ball Super: Super Hero recaudó 1,89 millones de euros en España; One Piece Film Red alcanzó 1,02 millones; y Jujutsu Kaisen 0, 1,07 millones. Incluso producciones de renombre como El chico y la garza, de Hayao Miyazaki, se quedaron en 1,46 millones. Frente a estos números, Tanjiro no solo igualó, sino que superó con creces a figuras que históricamente parecían intocables.
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El éxito de Demon Slayer no es casualidad. Parte de su atractivo radica en su capacidad de conectar con distintas generaciones a través de valores universales como la empatía, la perseverancia y los lazos familiares. Tanjiro no lucha por ambiciones personales ni por demostrar poder, sino por proteger a su hermana Nezuko. Esa humanidad lo distingue de otros protagonistas del shonen y ha generado una empatía que traspasa fronteras.
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Durante la promoción en Latinoamérica, Natsuki Hanae, voz de Tanjiro, confesó sentirse honrado de que su personaje se compare con leyendas como Goku y Luffy. Sus palabras reflejan un fenómeno único: por primera vez, un héroe contemporáneo del anime se coloca en la misma liga —y en el caso de Europa, por encima— de los titanes que marcaron generaciones pasadas.
Con El castillo infinito, Demon Slayer no solo confirma su relevancia como franquicia, sino que abre un nuevo capítulo en la expansión cultural del anime. Tanjiro Kamado ha demostrado que ya no es únicamente el protagonista de una serie exitosa, sino un símbolo global capaz de conquistar territorios donde ni Goku ni Luffy habían logrado imponerse.