En 2023, Greta Gerwig se consolidó como una de las cineastas más influyentes de su generación gracias al fenómeno global de Barbie. La película no solo rompió récords de taquilla, sino que la puso en el centro de la conversación cultural. Sin embargo, el camino que llevó a Gerwig hasta allí comenzó años antes, con una cinta mucho más íntima y personal: Lady Bird (2017). Esta ópera prima, que ella escribió y dirigió, es considerada la obra que cimentó su prestigio y que demostró que estaba destinada a convertirse en una de las mejores directoras de la actualidad.
Lady Bird es una historia coming-of-age ambientada en Sacramento, la ciudad natal de Gerwig, a principios de los 2000. La protagonista es Christine “Lady Bird” McPherson, interpretada por Saoirse Ronan, una adolescente en su último año de secundaria que lucha por encontrar su identidad, soñar con un futuro lejos de casa y, al mismo tiempo, sobrevivir a las tensiones con su madre, Marion (Laurie Metcalf). La relación madre-hija es el verdadero corazón de la película: un retrato honesto, lleno de amor y fricciones, que conectó profundamente con los espectadores.
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La película fue recibida con entusiasmo inmediato. La crítica celebró su frescura, su humor sutil y su capacidad para capturar con autenticidad los conflictos de la adolescencia. No se trataba de un relato adolescente convencional, sino de una mirada sensible y matizada que abordaba temas como la clase social, las expectativas familiares y el deseo de independencia. Por ello, Lady Bird trascendió rápidamente el circuito indie y se convirtió en un fenómeno cultural.
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Los reconocimientos no se hicieron esperar: en 2018 obtuvo cinco nominaciones al Óscar, incluyendo Mejor Película, Mejor Dirección para Gerwig, Mejor Actriz para Saoirse Ronan y Mejor Actriz de Reparto para Laurie Metcalf. Gerwig se convirtió en la quinta mujer en la historia en ser nominada al Óscar como directora, un hito que en ese momento la colocó en un lugar privilegiado dentro de la industria. Además, la película ganó el Globo de Oro a Mejor Película – Comedia o Musical, consolidando el prestigio de su creadora.
Pero más allá de los premios, lo que hizo a Lady Bird tan especial fue su mirada personal. Gerwig construyó una película semiautobiográfica en la que volcó recuerdos y emociones propias, mostrando la vida en Sacramento con una ternura que combinaba la nostalgia con la ironía. Esa sinceridad artística fue lo que la distinguió de otras propuestas contemporáneas y lo que, años más tarde, le permitió saltar hacia proyectos de mayor escala como Mujercitas (2019) y, finalmente, Barbie.
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Hoy, al mirar en retrospectiva, resulta evidente que Lady Bird no fue solamente el inicio de una carrera como directora, sino la confirmación de un estilo único: uno que combina humor inteligente, sensibilidad emocional y una capacidad de observación poco común. Antes de llenar salas de cine en todo el mundo con una muñeca rosa, Greta Gerwig ya había conquistado al público con una historia pequeña y profundamente humana.
Por eso, Lady Bird sigue siendo una película imprescindible, no solo para entender los inicios de Gerwig, sino para comprender cómo se forjan las directoras que redefinen el cine contemporáneo.