En el catálogo de Netflix hay un nuevo documental que ha sorprendido incluso a los fanáticos más exigentes del género true crime. Se trata de Número desconocido: Un escándalo de ciberacoso escolar, dirigido por Skye Borgman, que reconstruye un caso real ocurrido en Beal City, Michigan, y que resulta tan absorbente como una serie de suspenso. En apenas 94 minutos, la producción convierte un drama íntimo y familiar en un relato inquietante que mantiene en vilo hasta el último segundo.
La historia comienza en 2020, cuando Lauryn Licari y su entonces novio, Owen McKenny, empezaron a recibir mensajes anónimos desde un número oculto. Lo que en principio parecía una broma de mal gusto se transformó pronto en un hostigamiento imparable, con decenas de mensajes diarios que incluían amenazas, insinuaciones y comentarios demasiado personales como para ser obra de un extraño. El acoso no solo alteró la vida de la pareja, sino que sembró desconfianza entre estudiantes, padres y docentes, que se vieron atrapados en un ambiente de sospecha constante.
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El documental logra transmitir esa tensión con una narrativa envolvente. Borgman, quien ya ha dirigido otros true crime aclamados en Netflix, se concentra en mostrar cómo la comunidad se fractura bajo la presión del miedo y la duda. Lo más fascinante es que no hay escenas violentas ni recursos sensacionalistas: el suspenso se construye con lo cotidiano, con mensajes de texto y con la sensación de que el acosador podía estar en cualquier parte.
El espectador se convierte así en un detective más. Cada testimonio, cada detalle técnico sobre las aplicaciones usadas para enmascarar los números de teléfono, y cada giro en la investigación alimentan teorías que se derrumban una y otra vez. Ese juego narrativo convierte al documental en una experiencia casi interactiva, donde la intriga se mantiene hasta el clímax final.
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Pero más allá de la revelación —tan sorprendente como devastadora—, Número desconocido expone la fragilidad de los vínculos en la era digital. El caso muestra cómo la manipulación emocional y el acoso en línea pueden dejar cicatrices imposibles de borrar, incluso cuando se dicta una sentencia judicial. El retrato íntimo de Lauryn y quienes la rodean deja claro que el daño no se mide solo en términos legales, sino también en la confianza rota y en las relaciones familiares irreparables.
En tiempos donde el ciberacoso escolar es un problema cada vez más frecuente, este documental funciona como advertencia y espejo. Lo que empieza como un simple mensaje puede detonar un efecto dominó incontrolable. Quizá por eso, más que un true crime, Número desconocido se siente como un thriller emocional que obliga a reflexionar sobre los peligros de la hiperconectividad y sobre los secretos que se esconden en los rincones más cercanos.