Casi nadie lo sabe, pero las películas de Peter Pan se conectan con la aterradora serie que acaba de estrenar en Disney+
Santiago Díaz Benavides
Casi nadie conoce mi primer nombre, pero todos saben que tengo un homónimo español que escribe thriller. Me obsesionan las películas sobre el fin del mundo y tengo una particular debilidad por el cine de M. Night Shyamalan.

La nueva serie que expande el universo de 'Alien' no solo mezcla ciencia ficción y horror, también esconde guiños inesperados al clásico animado de Disney. Una conexión tan perturbadora como fascinante.

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La plataforma ha deleitado recientemente a sus suscriptores con el estreno de Alien: Planeta Tierra, una producción que llega para ampliar el legado de la saga creada por Ridley Scott. Con la firma creativa de Noah Hawley, responsable de Fargo y Legión, esta historia se ubica en el año 2120, apenas dos años antes de los sucesos de la primera película de Alien. En ella, una misteriosa nave se estrella contra el planeta y un grupo de rescatistas descubre que la amenaza ya no se encuentra únicamente en los confines del espacio, sino en la propia Tierra.

La propuesta se distancia de entregas anteriores al explorar no solo a los temibles xenomorfos, sino también la ambición de las corporaciones que experimentan con cuerpos humanos, la creación de híbridos y los dilemas sobre la identidad y la inmortalidad. Prodigy, una nueva megacorporación liderada por el precoz Boy Kavalier, aparece como contraparte de la clásica Weyland-Yutani. Su proyecto más inquietante es la transferencia de conciencias humanas a cuerpos sintéticos, un procedimiento que promete vida eterna, pero que despoja a los individuos de aquello que los hace humanos.

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En medio de este escenario sombrío aparece un detalle que casi nadie esperaba: las referencias directas a Peter Pan, uno de los clásicos más luminosos del catálogo de Disney. Los híbridos creados por Prodigy se llaman a sí mismos “Niños Perdidos”, en clara alusión a los compañeros de aventuras del eterno niño que vivía en Nunca Jamás. Pero en la serie, ese Nunca Jamás no es un lugar de fantasía, sino una instalación científica convertida en un laboratorio de horrores, donde la promesa de no crecer nunca más adquiere un significado aterrador.

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El caso más evidente es el de Wendy, un personaje que alguna vez fue humana y que, tras ser transformada, conserva el nombre de la niña del cuento de James M. Barrie. La diferencia está en que aquí ya no se trata de juegos infantiles, sino de un destino marcado por la pérdida de la identidad y la deshumanización. Así, la serie convierte un recuerdo entrañable de la infancia en un espejo distorsionado que plantea una pregunta inquietante: ¿qué precio estamos dispuestos a pagar por vencer al tiempo?

Con estos guiños, Alien: Planeta Tierra no solo ofrece una historia de terror gore y crítica corporativa, sino que también construye un diálogo inesperado con Peter Pan. Lo que en los relatos animados representaba libertad y fantasía, en la serie se transforma en una metáfora oscura sobre la obsesión por la inmortalidad. Una conexión que, más allá de la curiosidad, convierte a la producción en una de las apuestas más audaces y perturbadoras que ha llegado al catálogo de Disney+.

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