La segunda temporada de Peacemaker, estrenada en HBO Max el pasado 22 de agosto, no solo confirma que el antihéroe interpretado por John Cena sigue siendo uno de los personajes más disruptivos de la televisión actual, sino que además revela la hoja de ruta del nuevo DCU. Bajo la dirección de James Gunn, la serie se ha convertido en un puente narrativo que conecta directamente con la reciente película de Superman (2025), primera gran piedra del renovado universo compartido.
Lo más evidente de este giro es el cambio de continuidad. Gunn decidió reescribir parte de lo ya visto en la primera temporada para desligar a Peacemaker del Snyderverso. La famosa aparición de la Liga de la Justicia, que cerraba la primera entrega, ha sido sustituida por la Justice Gang: el equipo de superhéroes que debutó en la nueva cinta de Superman y que está integrado por David Corenswet (Superman), Edi Gathegi (Mister Terrific), Nathan Fillion (Green Lantern) e Isabela Merced (Hawkgirl). Con este movimiento, Gunn oficializa que Peacemaker pertenece a su DCU, anulando cualquier vínculo con las versiones previas de los personajes.
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El show mantiene su esencia: episodios frenéticos, diálogos cargados de humor, violencia desmedida y una estética que no teme incomodar. Pero lo que sorprende a los fanáticos es cómo esas mismas dinámicas se utilizan ahora para cimentar un universo compartido. A través de guiños, cameos y reajustes de canon, Peacemaker se conecta con Creature Commandos y prepara el terreno para lo que veremos en la secuela de Superman. Incluso las bromas cambian: los chistes sobre Aquaman o Green Arrow ceden su lugar a pullas contra Green Lantern, consolidando la transición hacia la nueva continuidad.
James Gunn ha explicado que esta temporada no solo amplía la psicología de Christopher Smith, un hombre atrapado entre la culpa y la necesidad de aceptación, sino que además lo coloca en el centro de un entramado mayor. Uno de los villanos centrales es Rick Flagg padre, decidido a vengar la muerte de su hijo, lo que añade un componente emocional que dialoga con los temas de redención y legado presentes también en la película de Superman.
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Si la primera temporada destacó por su irreverencia musical con Do You Wanna Taste It de Wig Wam, esta segunda entrega redobla la apuesta con Oh Lord de Foxy Shazam, confirmando que la música sigue siendo un sello identitario de la serie. Pero más allá del espectáculo visual y sonoro, la verdadera apuesta de Gunn está en el tejido narrativo: hacer de Peacemaker una pieza inseparable del nuevo DCU.
Así, la pregunta ya no es si la serie conecta con Superman, sino hasta qué punto lo hace. Todo indica que el antihéroe más políticamente incorrecto de DC se ha convertido en un eslabón fundamental para comprender el futuro que Gunn diseña, un futuro que arranca en televisión pero que desembocará en la gran pantalla.